El azar obedece a una lógica que desconocemos.
Stéphane Mallarmé
La casualidad es un desconocimiento,
a ojos cerrados tomar un viaje guiado;
toda acción es tan solo parte de una cadena,
descifrable hasta su último eslabón .
El universo está lleno de acontecimientos,
desde estrellas que implosionan,
hasta partículas que dan saltos cuánticos,
y con tiempo, todo puede ser calculado, predicho.
Nada de lo que existe está de improviso,
ni hay un mágico guante blanco
que pueda crear nueva materia de la nada
para mantener vigente al caos.
Cuando una coincidencia se manifiesta
solo basta con desconocer poco,
entonces se le disfraza como indescifrable,
como una fortuna carente de orden.
Hay acontecimientos inesperados
que sorprenden al incauto, lo maravillan.
Las acciones pueden parecer aleatorias
pero su embarque siempre estará programado.
Vivir se reduce a buscarle significado al existir,
contienda constante entre la dicha y condena,
con justificaciones de circunstancias enigmáticas,
donde es preferible obviar la falta de control.
Por admirar un espacio infinito de imposibles,
se ignora que el mando lo sostiene el orden
contra esa creación ficticia llamada azar;
es una batalla que, como todo, ya está decidida.
No todo tiene una razón, un motivo de ser,
el azar existe para quien ignora sus acciones,
la lógica del destino está para ser calculada
y disipar la neblina de la vista al futuro.
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