Entré a la Casa del Tío Chueco, pero se me perdió la salida. Desde ese día, no me ha dejado de doler la cabeza, los oídos y el asombro. Espero encontrarla cuando mi hijo salga de la adolescencia.
Me obsesioné por hacer prevalecer las leyes de la gravedad, de la lógica adulta, y de los ladridos de perro, aunque, me la he pasado vomitando desde entonces.
¡Necesito una brújula de mi época!, las que venden en establecimientos juveniles no me sirven.
Quisiera diseccionar la mente de mi hijo, para saber dónde está su lógica, pero, no me deja acercar a él.
En un cuarto de esa casa, hay un museo de lógicas de adolescentes, ¡por fin, encontré lo que quería! Pero esta encriptado el lugar, tiene derecho de admisión, candados, password, claves, códigos de acceso. Lástima que no soy hacker de esta época.
Me senté a llorar, pero mis lágrimas no bajaron, sino que se fueron al techo y salieron por la ventana, yo las seguí por el jardín, y lo que encontré, no fue la salida, sino unas escenas inéditas:
Abrazos, besos y palabras con fuerte olor a adultez que se van descomponiendo en el trayecto hacia los jóvenes, para cuando llegan, ya están caducos.
Callos en forma de personas buscando en sus manuales de letra garigoleada no leída, los argumentos que convenzan a los jóvenes de tenerlos como ejemplo. Pero éstos, solo reciben el aliento puntiagudo que va directo a su fresco corazón… para herirlos.
Jóvenes recibiendo de los adultos el sustento diario para que funcione su electrónica vida, junto con la daga acusatoria de los reproches simultáneos, enfrascados en sentencias que apoyan la lógica adulta.
Ausencia de réferis imparciales que arbitren a padres e hijos adolescentes, y un letrero que dice: Si soplas una chispa, prenderá, si la escupes, se apagará, y ambas cosas salen de tu boca.
Yo pienso, por qué ambas partes no solo se dan un abrazo sincero y callado. ¡Ah, estamos en la casa del Tío Chueco! Ya se me había olvidado.
Mientras una niñita en el jardín, con los brazos levantados a los lados, va corriendo anunciando que va volando. Sólo espero que la lógica adulta y la juvenil sigan ocupadas en sus riñas, y no presten atención a esa pequeña niña. Por cierto, ahí está la salida.
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