Cosida a los pies del gobierno
con los labios lacerados
incapaz de librarse por sí sola,
la verdad es arrastrada por aguas sépticas
mientras se hostiga a sus secuaces
esos que reptan fuera de la nómina oficial,
malhechores, mercaderes de dudas.
comunicadores putrefactos.
A cada paso la información es desfigurada
se le remienda un cierre a su voz
que no se propaguen infecciosos rumores,
fotos desestabilizantes, calumnias incomodas.
Ignotos de la gangrena, arrodillados,
los bien portados abren con la lengua la cremallera
bajo mandato de no escupir grasientas historias
ni asquerosas declaraciones inventadas.
Una patada cimbra toda redacción
la muerte va a coger a los podridos
se encarga de silenciar sucias expresiones,
con dedos metálicos de alto calibre
busca el pus que secretan las críticas,
debe limpiar pestilencias rebeldes
antes de que la gente se asquee
y el vómito cubra la pulcra realidad política.
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