Escribo sobre tu recuerdo como lo haría una niña sobre la playa
y como lo haría Dios que escribe con cerillos la historia de los hombres,
las playas de mi juventud se abren y cierran en mis manos,
en un lienzo plasmado de cenizas donde el tiempo nos habla en sombras.
Recordarte es beberme los mares e inundar de sal la sangre,
es romper los ojos ante la marcha cansada del pasado.
Pienso en el fallo de la eternidad que después de prendernos
en el vacío de su mirada nos deja solos mientras se consume nuestra luz y reaparece.
Nuestras cabezas caen, nos es despojado el cuerpo entre el vuelo de las llamas,
los cabellos con su perfume quemado enredan al aire, pasa el águila de Zeus,
hace una marometa y trás su vuelo por la tierra
quedan cenizas que cantan con sus oscuras lenguas nuestros nombres, vestigios que reaparecen.
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