Hay árboles que deshojan calendarios en cementerios,
Que acarician el cielo gris de octubre,
Echan raíces entre huesos de infantes
Y cenan cenizas de fuegos fatuos.
Hay árboles de palabras
Que se reclinan para saber qué lees
Y para pasar el tiempo cuentan sus hojas.
Hay árboles llorando resina,
Por estar de pie,
No olvidan sus raíces.
Hay árboles que huelen a tiempo,
Cantan melodías mudas
Cuando el viento nocturno sopla.
Que saben que hay árboles
Y que cada vez menos.
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