Tu cuerpo es el escenario donde puedo desnudarme
quitarme la máscara de polvo y barro
donde mis monólogos se petrifican
y mi alma danza en un ir y no ir de cantos.
Sólo ahí me hago transparente
como un cuarzo a punto de quebrarse
e impactar sus olas en el universo,
ahí el tiempo me cede un diamante de sus segundos
para que pueda ver la marcha de los rostros tras tu rostro
y mirar sin temor los reflectores de tus ojos.
En el escenario vacío de tu piel hecho para los castillos de aire de mi imaginación,
interpreto a la reina, a la esclava, a la erudita, a la princesa raptada,
a la filósofa que halla su teoría en la muerte,
al animal y al ave que ignora su nueva prisión.
En la escena vacía de tu cuerpo se extiende mi alma,
suelta sus rostros como los pétalos de una flor que ha muerto.
Mírame, esculpe este instante en tus ojos,
es momento sagrado ahora que mi cuerpo se ha roto
y deja libre a la sombra y como un sol rompe el cascarón
de las nubes colocándose en lo alto.
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