Encarnaba con mis manos
al fantasma que quería.
-“No más”- dije,
confundida, entrecortada
y fragmentada, entre sueños,
desde los años hasta la partida.
Tuve la imagen
de aquél hombre navegante,
curioso, merodeador del mundo
de faz intangible a mis pupilas.
Y yo soñaba,
-sí, soñé- y oraba
musitaba algún nombre
que me acarició la calma
y retumbó en mis adentros,
tocó las liras,
y daba, el nicho,
el recuerdo
de nunca haber
recordado nada.
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