ENTREVISTA A ANA NEUMANN
Cada ciudad tiene sus personajes, aquí en la mía, uno muy importante es la Maestra Ana Neumann. Releyendo viejos textos me encontré con esta entrevista que realicé en el año 2007 . Fue publicada por el periódico de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que en aquel entonces se llamaba Escenario. Las palabras de la maestra no han perdido vigencia, por el contrario, lucen hoy con un brillo renovado.
El nombre de Ana Neumann es un referente en la vida cultural de San Luis Potosí. Ha dedicado su vida a la creación, promoción y sobre todo al goce de las bellas artes. Actualmente dirige talleres de teatro, literatura, narrativa oral y cuenta con un programa en radio universidad.
A su regreso de Guinea Ecuatorial luce cansada (días después se sabría que ese cansancio era debido al paludismo contraído en su viaje), toma el tarro de cerveza y antes de llevárselo a la boca me dice:
– Tengo unos dolores…siento como si tuviera caballos atados a cada poro y halaran en todas direcciones.
Celebro la comparación en silencio, en el mutismo torpe de quien no sabe cómo reaccionar ante el dolor ajeno. Ana Neumann, en cambio, no se permite tales silencios, platicar con ella es quedarse callado para interrumpir apenas con monosílabos, posee un envidiable arsenal de anécdotas:Ha estado dos veces en África, fue a París a conocer el escritor Julio Cortázar, tuvo frente a frente a Fidel Castro, fue diplomática en Etiopía y ha convivido con un gran número de personajes.
Bebe de su cerveza y yo imito su gesto para comenzar.
- Con todo lo que has vivido, visto y leído, ¿cómo haces para conservar tu capacidad de asombro?
Conservo mucho a esa niña que hay en mi, me gusta fantasear, imaginar y todo me maravilla, (casi todo, hay cosas que me asombran pero no me maravillan, como la miseria). La realidad es tan dura que te acaba, necesitas tener la capacidad de sacar de esa misma realidad lo sencillo, lo simple ( que es lo que vale), para poder enfrentar las cosas horribles que te da… la burocracia, la situación política, económica, la violencia, las responsabilidades que a veces te agobian.
- De todas las manifestaciones artísticas, ¿cuál es la que más te llena?
La literatura, es el arte por excelencia, algunos me contradicen, que la música o la pintura, pero para mi el lenguaje oral y escrito es lo que nos hace ser… humanos. Es expresar a través de un lenguaje que realmente toque emociones. Yo creo que la finalidad primaria de las bellas artes es la emoción, todo lo demás viene a ser un pulimiento de eso, tu puedes tener algo perfecto técnicamente y no toca nada, primero es lo primero, tocar, ya después viene la depuración y la técnica.
- La influencia artística que tienes, ¿viene de tus padres?
Creo que fue el haber vivido en una casa en donde la cultura y el arte eran pan de todos los días, yo creo que eso influye en la gente, porque a lo mejor hubo un creador que nunca tuvo un roce y no supo que hacer con esa creación. Mi padre escribía, leía muchísimo, tenía una biblioteca enorme (que fue mi gran soporte); mi madre lee mucho, pintaba, bailaba; mi abuelo cantaba; mi abuelita tocaba el piano. Siempre hubo un ambiente donde eso era normal.
- ¿Cómo fue tu encuentro con Julio Cortázar?
Julio Cortázar tuvo mucho que ver con mi adolescencia, yo era muy existencialista y sigo siendo, (creo que nunca hay que dejar de cuestionarnos la existencia y validarla, sin caer en el existencialismo alemán que es totalmente depresivo), leía todo lo de Sartre, te estoy hablando cuando tenía 13, 14 años… entonces llegó a mis manos un libro de Julio Cortázar que se llama “Final del juego”, el cual me trastornó, cambió toda mi mentalidad de la literatura, Cortázar todo lo hacia con una fantasía maravillosa, tenía una magia que no tiene ningún otro escritor para mi. Entonces yo me dije “Tengo que conocer a este señor para darle las gracias por haberme hecho pasar horas verdaderamente maravillosas”.
Fui a Paris, yo no había visto fotografías de él, así que cuando me abrió la puerta me sorprendí, era un tipo físicamente imponente, de casi dos metros de altura, el pelo largo, barba, y una mirada muy cálida.
En su departamento había más discos que libros, (el decía que se había vuelto escritor porque era un músico frustrado).Curiosamente no hablamos de literatura, platicamos de los gobiernos de militares en América Latina, y luego él hablo mucho de Octavio Paz, (porque estuvo viviendo dos meses con él cuando este era embajador de México en la India), echándole muchas porras. Fumamos mucho los dos, el se tomó scotch y a mi me dio oporto. Al final yo me atreví decirle que llevaba un librito que escribí y me dijo “ya habrá tiempo”, para leerlo.
Cuando salí me fui caminando hasta Louvre y me metí a la banca del fondo. En esa noche parisina tan fría… y yo tan cálida como venía, pues saque un cigarro y entonces me di cuenta que había dejado el encendedor en el departamento de Cortázar.
(Imagino a Ana Neumann y a Julio Cortázar, imagino la diferencia de estaturas, el departamento, los discos apilados, la noche, Paris… imagino las cenizas mudas en el cenicero, el encendedor olvidado. Ana en una banca, Julio tirando las colillas apagadas en la basura, Ana sintiendo en su mano la ausencia del encendedor, Julio encendiendo el ultimo cigarro de la noche con un fuego que no es suyo.)
Ya cuando fui a Etiopía le envié una carta a Julio Cortázar, el me la contestó y en ella me decía “… por cierto me di cuenta que usted dejó su encendedor, primero pensé en llamarla a su hotel para regresárselo, pero luego pensé, que como diría Freud, usted estuvo a gusto en mi casa y quiso dejar una pequeña parte de si misma”
“Hay tres temas que no te conviene preguntarme, porque no paro…”. Me había advertido Ana. “uno es Julio Cortázar, otro África y el otro mis hijos”. Tacho el primer tema de la lista y me animo a preguntarle por el segundo.
- ¿Y cómo fue tu regreso a África?
Muchas veces la gente piensa en África como en un solo paísote. Se olvidan de que son más de 50 países. Fui por primera vez en 1976, a Etiopía, y en ese entonces tenía yo dos privilegios: Era muy joven y era diplomática, vivía en una élite. Ahora que fui a Guinea Ecuatorial viví realmente en las condiciones de subdesarrollo que se tienen; si hay desarrollo, pero es exclusivo para la familia del presidente, mismo que se hace llamar libertador de la antigua dictadura, es un cinismo bárbaro
Fue una experiencia intensísima, primero porque me reencontré con mi “familia” africana, a quienes conocí cuando fui a Etiopía y creamos unos fuertes lazos.
Escuché historias de envenenamientos, brujería y un montón de costumbres estúpidas que se conservan ya sin seguir el objetivo principal que las creó. Por ejemplo, cuando un hombre muere, sus esposas (es un sistema poligámico) pasan a pertenecer al hermano o a los hermanos de éste, es una costumbre antiquísima y el objetivo era dar protección a las viudas; ahora esos hermanos tienen derecho a llenarlas de hijos y no hacerse cargo de nada.
Tradiciones como la agricultura o el arte Fang que influenció a Picasso, Dalí, Modigliani… entre otros artistas, no las conservaron y en cambio si todas estas costumbres absurdas.
Si nosotros somos tercermundistas, ellos pertenecen al octavo mundo y no hay esperanza de que salgan mientras se viva en tal dictadura. La gente tiene miedo y con razón, la represión es terrible y su creencia en la brujería les hace cometer verdaderas atrocidades. Duele ver tal situación porque te sientes impotente. ¿Cómo los ayudas?”
- ¿Qué opinas de la generaciones actuales?
Me preocupa, hay una carencia de oportunidades y de ideales,( una juventud sin ideales no es juventud). Todos buscan tener más y los medios para lograrlo son el fraude y la corrupción, las metas que se persiguen son económicas más que profesionales o intelectuales. Veo a los jóvenes y me doy cuenta que tienen la sensibilidad pero hace falta que alguien les rasque tantito para que salga, para que busquen otros objetivos.
*fotografía extraída de diario pulso de San Luis, www.pulsoslp.com.mx
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