Entre metáforas y electrones

De bar en bar/café en café/ cree que lo observan/nadie lo ve

El incomprendido, Kevin Johansen

Sobre el genio torturado

Era un diplomado sobre el cuento fantástico latinoamericano, leíamos y analizábamos las obras de los principales escritores del boom. Aparecían Fuentes, Cortázar, García Márquez, Amparo Dávila, entre otros. Cuando llegó el tema de Borges y su erudición, una compañera levantó la mano para opinar. Palabras más palabras menos, el tema surgió de la siguiente manera:

-Borges era genial sin duda y mucho se debe a que pasaba su vida leyendo, pero… hay una soledad de fondo en todo ello ¿no?,una infelicidad. Era como anormal

La maestra del diplomado, Gloria Prado, miró a mi compañera con un cierto escepticismo, lo que me intrigó. Yo me esperaba la típica respuesta sobre el genio incomprendido “Es que los artistas tienen que sufrir, el genio proviene de la soledad y el vacío” y cosas así, me esperaba ese tipo de respuestas que nos hacen decir “si, claro” con un aire de suficiencia. Pero no, la maestra, después de una mueca, respondió algo así:

-¿Quién es normal?, Borges era feliz leyendo y escribiendo; más en lo primero, si le creemos. Sí, probablemente se aislaba o padecía cosas, como todos, pero no podemos afirmar que, porque leía mucho,  era anormal o se sentía solo.

Tal escena se me quedó muy grabada, palabras más palabras menos. Es lo primero que acude a mi mente cuando pienso en esa estereotípica relación entre creación y sufrimiento.

Aquel que afirme que es completamente  feliz, miente o tiene poca memoria; aquel que diga que es completamente infeliz, también. La vida viene en paquete completo, con sus tragedias y triunfos, desilusiones y esperanzas, malas y buenas noticias; dependiendo de en que extremo nos encontremos arrojamos conclusiones.  Así, si tenemos por un lado a alguien que ha ganado fama por su peculiar talento, nos decimos “Es un genio, claro, pero algo tuvo que haber padecido para ser quien es”, en la admiración viene un viene un rancio vientecillo de envidia, hay que bajarlo nuestro nivel, pensamos que existe una especie de balanza divina que equilibra y compensa las cosas. Las conclusiones naturales son pues “es que está loco”, “ es que está muy solo”, “sufre mucho, pobrecito”.

Si bien hay casos de grandes artistas o científicos que han sido diagnosticados con serias enfermedades mentales (Virginia Woolf, Van Gogh, John Nash,  etc ), también hay muchos otros que no; obras de arte y descubrimientos importantes nos han llegado de  todo tipo de personajes. Por supuesto que el mérito de aquellos que han creado aún a expensas de una condición adversa nos hacen sentir por ellos, qué bueno, una especial admiración.

La creación y el descubrimiento adquieren aires de leyenda cuando son vistos a futuro, luego  esto se populariza por nosotros, los admiradores, quienes vamos añadiendo y sustrayendo del mito aquello que más nos acomoda. Así, por ejemplo, nos resulta fácil imaginar a un Edgar Allan Poe borracho y deprimido escribiendo “El cuervo” o “El gato negro”, pero nos olvidamos de que la escritura misma es un acto que requiere de una iniciativa, un empuje optimista de lograr algo, un empeño que, en un estado de total depresión, sería imposible.

La idea de que “el gran arte proviene de un gran dolor”, nos dice el diario  Huffington post(*) , ha acompañado al pensamiento humano en todas las épocas pero nuestra idea moderna  proviene del Romanticismo, en donde la locura estaba asociada con un estado de viaje hacia nuevos planos de realidad.  Otro posible alimento del estereotipo del genio torturado, según la doctora en medicina Nancy C. Andreassen, es que la gente altamente creativa es curiosa y tenaz en su búsqueda, lo que los lleva muchas veces a tomar caminos rebeldes o poco convencionales. En tal condición, es más probable que sufra el rechazo de los otros y esto puede desencadenar en alguna psicopatología.

Siguiendo con el artículo del diario, nos dice el dr. Sawyer que, aunque existen numerosos estudios en donde se relacionan los padecimientos mentales como la esquizofrenia o el trastorno bipolar con escritores, actores, pintores, músicos, etc;  ellos tan solo representan un pequeño porcentaje de los enfermos. Él piensa que muchos investigadores se empeñan en encontrar esta relación para así concederle al paciente al menos un poco de buenas noticias, “Creo que puede ser de ayuda, en la terapia, decirle a tu paciente que su enfermedad mental viene con un vestido plateado, llamémoslo el don de la creatividad”. Más adelante menciona que, en una comunidad como la artística, en donde los trastornos mentales son vistos como síntomas de la creatividad, aquellos que los padecen se sienten más cómodos hablando de ello, lo que no sucede con personas dedicadas a otras actividades. “Hay una gran cantidad de genios que no padecen trastornos mentales, y hay una gran cantidad de enfermos mentales que no son genios”, concluye  categóricamente el doctor  Lloyd Sederer.

proceso-creativo

 

La creatividad proviene de muchísimas fuentes, la melancolía, tristeza, el dolor, son algunas de ellas, y muy  poderosas claro está, pero no son las únicas. Las novelas biográficas o películas, por motivos de la intensidad narrativa, ponen especial enfoque en los momentos difíciles de los genios y creadores, lo que produce en nosotros esa sensación complaciente de compensación divina.  Luego es más cómodo, para aquel que tiene ambiciones creativas, concentrar sus esfuerzos en imitar a un personaje que enfrentarse al constante reto del lienzo en blanco. Nos encontramos así con músicos autodestructivos a lo Cobain  pero sin su originalidad; poetas que, por irreverentes, se creen malditos. ¿Quién es normal?, incomprendidos y trastornados somos todos, a genios llegan algunos pocos.

Hay quienes genuinamente pasan por un mal momento, o padecen  alguna condición física y mental desfavorable y encuentran en ello un gran potencial creativo. Esta crítica no va para ellos. Va para quienes,  pensando que a las musas solamente se les tienta con oscuridad, les gusta arrojar kilos de sal a  sus pequeñas heridas. Ya he pasado por ahí.

(*) http://www.huffingtonpost.com/2014/09/02/creativity-mental-illness-health_n_5695887.html

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