Letras en San Luis
En el escenario los poetas Coral Bracho, José Ángel Leyva, Hernán Bravo Varela, Enrique Márquez, Joaquín Cosío y José de Jesús Sampedro. Es viernes por la noche, tercer día del X festival de letras en San Luis Potosí. Ante el reciente clima nacional, no puede evitarse el tono de denuncia en varios de los poemas leídos. Se habla de las muertas de Juárez, de los maestros, de un México dolorido.
El lugar se encuentra lleno, algo raro en lecturas de poesía, esto en parte por aquellos que sienten la curiosidad de ver al famoso “cochiloco”, el actor y poeta Joaquín Cosío; hay quien se retira después de escuchar su lectura. Desde el escenario las palabras son lanzadas, rítmicamente seductoras por algunos, un tanto adormecedoras las de otros. El poema es un ave delicada que exige la máxima concentración, su aleteo es a veces tan tenue, que desaparece ante el arrastrarse de una silla o el silbido del WhatsApp en el celular vecino; el éxito de la poesía en vivo, pienso, depende mucho del ritmo, es en dicho espacio donde debe destacar su fuerza musical; en tal sentido, el mejor lector de su propia poesía me parece Hernán Bravo Varela , quien a manera de canción repite el estribillo “Mi padre muerto vino el otro día/ y se volvió a morir como solía”.
Llama mi atención un grupo de niños que, libreta en mano, hacen anotaciones. Pequeños reporteros cazando palabras para su tarea. Me pregunto si de este modo podrá sembrarse en ellos un gusto por la poesía, me parece difícil, aunque se les ve felices: para ellos la emoción es salir en grupo un viernes por la noche, lejos de la prisión escolar; acaso por tal asociación recuerden con gusto esta lectura. Por el pasillo y caminando hacia la salida, aparece el escritor e ilustrador Bernardo Fernández (alias BEF), a varios de los niños se les ilumina el rostro y se levantan a saludarlo, él les indica con el índice en los labios guardar silencio, hace una seña para que lo acompañen a la salida. Corren tras él y regresan con libretas autografiadas. “Ahí está BEF”, le dice un niño a otro que acaba de llegar.
BEF se presentó dos días antes, previo a la inauguración del festival, con su estilo desenfadado le dio vuelta a la solemnidad de la entrevistadora, “Aquí esta a todo dar” dijo mirando al cómodo sillón del escenario “me voy a echar una jeta”. Lo conocía por sus novelas policiacas, desconocía su trabajo en literatura infantil, investigando un poco me di cuenta que ha ilustrado numerosos libros y es autor de varios cómics, de ahí su popularidad con los niños. De su entrevista, en la que el público estaba principalmente compuesto por estudiantes de una escuela secundaria y alumnas un colegio, rescato a continuación algunos de sus comentarios:
“Un buen ilustrador puede acercar a los lectores a una obra hasta cien años después”
“En México hay una clara tendencia hacia la literatura realista, no nos atrevemos a la literatura de la imaginación”
“La narrativa sólo debe cumplir con contar bien sus historias, decir el arte debería… es un error”
“La literatura nos permite reflexionar sobre la realidad desde un ángulo distinto al periodístico”
“¿Qué le diría a los jóvenes de hoy?,yo no les diría nada, yo los escucharía” (citando a Marylin Manson después de la masacre en Columbine).
Al término, varios de los niños de la secundaria se acercaron a platicar con él y a que sus playeras fueran firmadas; en contraste, las niñas del colegio se alejaron con cara de aburrimiento. Está claro que los primeros conocían al autor y recibieron una previa conversación con sus maestros, mientras que a las segundas las llevaron en evidente atmósfera de obligación.
Una vez terminada la presentación de BEF, el lugar comenzó a llenarse ante la expectativa del plato fuerte del día, la inauguración del festival con una conferencia de la comunicadora Denise Dresser. Bajó la escalinata y los emotivos aplausos hacia ella opacaron el tímido recibimiento hacia el presidente municipal.
Su conferencia trató el tema de ser un crítico político. “Es sentarse frente a la pantalla y no ser amigo de nadie” sentenció para, a continuación, lanzarse a señalar a aquellos que considera son los culpables de los males del país, tanto en personajes, instituciones y actitudes de los mexicanos. Recapitulando nuestro estoicismo histórico, lo resumió en la famosa cita de Octavio Paz “Y si no somos todos impasibles- como Juárez y Cuauhtémoc- al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares .Más que el brillo de la victoria nos conmueve la entereza ante la adversidad”
Revelando su idealismo literario, Denise Dresser hizo un recorrido por sus héroes y heroínas de cuentos y novelas que la han motivado a tomar partido por las causas justas, enfatizando aquellos autores que la han puesto a reflexionar acerca del país, Fuentes, Paz, Rulfo, Pellicer, Monsiváis, Julio Scherer, entre otros.
Uno de los momentos en que logró una mayor conexión con el público fue cuando, saliéndose un poco de su texto, dijo: “El oficio de ser incómodo no trae consigo privilegios, ni premios ni honores… les garantizo que jamás voy a ser convocada para formar parte de la academia nacional de las artes ni me van a dar premios de ese estilo… es una condición solitaria, uno se vuelve la persona que nadie sabe en realidad si debe ser invitada, entonces… agradezco que me hayan invitado.”
Los aplausos surgieron espontáneos al igual que su sonrisa, de aquí comenzó a enumerar en un tono poético su amor por el país, a pesar de todo. Fue reiterativa en la necesidad de que sus palabras encontrarán resonancia más allá de la conferencia. “A ti te pregunto”, nos decía constantemente, “¿Qué vas a hacer?”
Por cuestiones de tiempo no pude asistir a todos los eventos, pero debo concluir que, en aquellos a los que fui, todas las sillas estaban ocupadas e inclusive había gente de pie, de todas las edades. Me resultó ciertamente conmovedor ver niños acercándose a un escritor, maestros comprometidos con acercar a sus alumnos a la lectura, público considerable escuchando poesía, ciudadanos atentos a las palabras de una escritora para darle forma a su propio sentir. Tal sensación de ligera esperanza me recordó un poema de José Emilio Pacheco, quien al hablar de Sor Juana, escribió “es la llama trémula/en la noche de piedra del virreinato”.
En este oscuro país, aún hay antorchas encendidas.
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