Entre metáforas y electrones

Isaac Newton por Blake

Ciencia y Arte, dos hermanos que a lo largo de la historia han tenido una relación peculiar. A veces se miran a los ojos y encuentran en ellos pistas de su pasado en común; otras se desconocen, dándose la espalda avanzan hacia rumbos opuestos, estirando hasta el límite la liga que los une.  Nacieron de la misma madre, no se sabe cuándo ni en dónde, algunos dicen que en la antigua Grecia y parece probable, aquel era un lugar de dioses promiscuos  que dejaron hijos regados por doquier. Ciencia y Arte jugaron los mismos juegos en la infancia, pero al crecer, sus diferencias los fueron distanciando; a ella le crecieron los pechos y se le ensancharon las caderas, a él le fue cambiando la voz. Un día decidieron ir en busca de su origen, cada uno con sus armas,  Arte sería una espía coqueta que seduciría con miradas y contoneos;  Ciencia sería un tenaz detective, interrogaría al mundo con solemne voz.

En el renacimiento los artistas buscaban diferenciarse de sus antepasados,  la ciencia les otorgo herramientas para ello. Mientras que los medievales se limitaron a crear pinturas y esculturas  bajo una mirada subjetiva y alegórica, los artistas del renacimiento buscaron un mayor realismo en sus obras, se interesaron por el cuerpo humano, llegando incluso a diseccionar cadáveres con el fin de conocer a detalle la anatomía. Vemos muestras de ello en la postura del David o en las representaciones del infierno,  el dolor se nota en los cuerpos desnudos, los músculos tensionados nos hablan de la tortura.

También se acercaron a estudiar matemáticas para darle profundidad a sus cuadros. Cuando se mira una fotografía, a pesar de tener una imagen representada en un plano, se tiene la sensación de estar observando un escenario tridimensional; esto es gracias a la perspectiva, los objetos más lejanos aparecen más pequeños que aquellos que se observan en primer plano. Antes de los renacentistas no se sabía representar esto, gracias a los estudios matemáticos sobre el punto de fuga, los pintores pudieron aplicar esta técnica en sus cuadros. Leonardo Da Vinci, al jugar con el uso de la perspectiva, otorgó a su famosa Mona Lisa una atmósfera de misterio.

En la ilustración la ciencia tenía un papel fundamental, con la mirada puesta en las épocas clásicas,  los grandes intelectuales buscaron comprender los mecanismos del mundo, estudiando y clasificando a detalle el conocimiento. Asfixiados por estas ideas racionalistas, surgió un grupo de artistas que buscaron alejar a la ciencia de sus obras: los románticos; ellos añoraban las épocas en donde el arte se hacía con las entrañas, surgiendo del instinto más que de la razón. Así, tenemos por ejemplo al inglés William Blake, uno de los artistas más completos de todos los tiempos. De naturaleza mística se encargó de denunciar a  Newton, Bacon  y Locke (grandes racionalistas de la época),  como la “Trinidad Nefasta” o “Falsa Trinidad”, aparecen estos nombres en varios de sus poemas, mencionados con una ambigüedad que va entre la admiración y el desprecio.

En una de sus famosas pinturas, William Blake, muestra a Isaac Newton sentado sobre una roca con musgo y algas. El científico está desnudo, inclinado sobre una tela sobre la que está trazando una figura geométrica. Esta pintura, en apariencia halagadora para el científico (su desnudez evoca a los bien proporcionados cuerpos del arte clásico), es en realidad una crítica hacia la ciencia promovida por él: Newton le da la espalda al mundo natural para concentrarse únicamente en sus trazos geométricos; la naturaleza, representada por la roca, es bellamente desordenada mientras que la ciencia, representada por el compás y los trazos, es fría y artificial.

Los casos anteriores son ejemplos de cómo la ciencia y el arte han convivido, ya sea en conflicto o armonía,  a veces se utilizan a conveniencia. Podemos comprender que las artes plásticas, en su afán de incluir  técnicas novedosas, estén al pendiente de las nuevas tecnologías desarrolladas por la ciencia; también la historia ha  sido testigo de cómo la ciencia ha ido construyendo y destruyendo mitologías que han influido en las literaturas de todas las épocas. Por su parte, la ciencia en su divulgación, pide prestado al arte su capacidad retórica para comunicar grandes ideas, ejemplo de ello es la serie de divulgación científica “Cosmos”, muy popular en la actualidad, que fue llevada por primera vez a la pantalla por el astrónomo Carl Sagan en 1980; mucho del éxito de esta serie se debe a la fuerza poética de las palabras y las imágenes, las cuales tienen la intención de  provocar asombro en el espectador.

“Entre metáforas y electrones” es una columna que explorará las relaciones entre  la ciencia y el arte,  dos hermanos que han caminado por diversas sendas en la búsqueda de hacernos comprender quiénes somos, dos hermanos que han olvidado su parentesco y a veces, cuando  se encuentran, se miran a los ojos con sospecha.

 

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