–¡Ya sé a qué podemos jugar! –dijo Memito, un niño que estaba en el patio con todos nosotros, como lo hacíamos cada tarde de las vacaciones de verano–: A lo que juegan los adultos para no aburrirse.
–Y a qué juegan los adultos, yo creía que ellos ya no jugaban –replicó Adolfito con una voz algo ronca.
–A lo que se refiere Memito es que tienen que hacer algo divertido para cuando estén aburridos, como nosotros ahora –aclaró Rigobertita.
–Puede ser a futbol o Monópoli –respondí yo, mientras peinaba a mi muñeca Barbie.
–¡No! Tienes razón Memo, debe ser algo como tener poder, dominar a las personas, sentirse dios –casi lo grita Adolfito, mirándonos fijamente.
—Chale Memito, ya vas a empezar con tus ideas mafufas, mejor nos vamos a ver la tele, la neta que nos vamos a divertir más –así lo expresó un niño y se fueron con él como10, sólo quedamos los de siempre.
–Nosotros somos los que vamos a dominar el patio, solo nosotros y nadie más, tenemos que jurar que nadie entra ni nadie sale de nuestro grupo, y que lo que digamos aquí de cómo lo vamos a hacer no se lo podemos contar a nadie, como hacen los adultos –lo oí a Adolfito con una voz autoritaria.
–Yo todavía no entiendo cuál es el chiste del juego. Por qué no mejor jugamos a guerritas con nuestras pistolas de agua y pasamos a mojar a todos los niños del patio; yo les digo cómo nos ubicamos, para que todos queden mojados, y nadie se nos escape –comentó Napo muy contento.
–No ves que si hacemos eso, nos van a ir a acusar. Mejor dominamos el patio y así ya podemos jugar a lo que queramos. Nosotros podremos poner las reglas, los horarios y hasta los juegos, decidir quien jugará, qué y con quién –intervino Memito mirando todo el patio.
–Yo sugiero que andemos por el patio para ver si alguien anda aburrido, sin jugar y lo integramos en algún juego –Todos, menos yo, voltearon a ver a Rigobertita y gritaron que no.
–Tiene que haber alguien que gobierne el patio para que haya unidad y armonía en él –va diciendo Memito muy concentrado en lo que dice, y continúa –: esta unidad tiene que prevalecer sobre cualquier otra cosa, independientemente de quien este en el poder, éste poder representa la autoridad máxima como una conciencia total a que se someten todos los niños que estén en el patio y además deben velar porque siempre esté ésta permanencia… de unidad, claro.
–Pero para llegar a esto, debemos ir pasando por lo que es, su contrario y el resultado de ambos –lo dice Carlitos muy convencido; a lo que le responde Memito.
–Claro, cuando lleguemos al resultado último, el más perfecto, habremos llegado al Espíritu Absoluto, la deificación del patio; y fin del juego.
–Manos a la obra, debemos crear grupos de choque para ir avanzando e ir logrando el resultado más perfecto. Rigobertita y Napo empiecen a trabajar – les dice Carlitos subiendo el puño izquierdo.
–Yo, como no entendí nada, les dije que mejor me iba con Francisco y su pandilla, los de enfrente; o a ver la tele, pues iba a empezar Pinki y Cerebro. Pero intervino Rigobertita, viendo su reloj.
–¡Ya se nos fue el tiempo, y no hemos empezado a jugar!, mejor vamos a preparar nuestro uniforme porque mañana es nuestro primer día de clase; por fin, sexto año de primaria –lo dijo muy emocionada, y continuó –: y tú, Jorge Federico Guillermo ya ponte a estudiar Historia, porque casi repruebas el año pasado.
— Es que no soy bueno para aprenderme las fechas… solo las experiencias.
–Tiene razón Rigobertita, –les dije– hay que ir a la escuela para que nos enseñen cómo es el mundo de los adultos. Me despedí de todos y me fui. ¡Ah! Se me olvidaba mi muñeca.
fin
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