Conocido, s. Persona a quien conocemos lo bastante para pedirle dinero prestado, pero no lo suficiente como para prestarle. Grado de amistad considerado superficial cuando el sujeto es pobre y oscuro, e íntimo cuando es rico y famoso.
Consejo, s. La más pequeña de las monedas en curso.
Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.
Cónsul, s. En política, persona que no habiendo podido obtener un cargo público por elección popular, lo consigue gracias al gobierno a condición de abandonar el país.
Consultar, v. Requerir la aprobación de otro para tomar una decisión ya resuelta.
Controversia, s. Batalla en que la saliva o la tinta reemplazan al insultante cañonazo o la desconsiderada bayoneta.
Convencido, adj. Equivocado a voz en cuello.
Convento, s. Lugar de retiro para las mujeres que desean tener tiempo libre para meditar sobre el vicio de la pereza.
Conversación, s. Feria donde se exhibe la mercancía mental, y donde cada expositor está demasiado preocupado en arreglar sus artículos como para observar los del vecino.
Coronación, s. Ceremonia para investir a un soberano con los signos externos y visibles de su derecho divino a ser volado hasta el cielo por una bomba.
Corporación, s. Ingenioso artificio para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.
Corsario, s. Político de los mares.
Costumbre, s. Cadena de los libres.
Cristiano, s. El que cree que el Nuevo Testamento es un libro de inspiración divina que responde admirablemente a las necesidades espirituales de su vecino. El que sigue las enseñanzas de Cristo en la medida que no resulten incompatibles con una vida de pecado.
Crítico, s. Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.
Cuadro, s. Representación en dos dimensiones de un aburrimiento que tiene tres.
Cuartel, s. Edificio en que los soldados disfrutan de parte de lo que profesionalmente despojan a otros.
¿Cui bono? (Expresión latina). ¿Quién se beneficia?, ¿De qué me sirve “a mí”?
Cupido, s. El llamado dios del amor. Esta creación bastarda de una bárbara fantasía fue indudablemente infligida a la mitología para que purgara los pecados de sus dioses. De todas las concepciones desprovistas de belleza y de verdad, esta es la más irracional y ofensiva. La ocurrencia de simbolizar el amor sexual mediante un bebé semiasexuado, de comparar los dolores de la pasión con flechazos, de introducir en el arte este homúnculo gordito para materializar el sutil espíritu y la sugestión de una obra, todo esto es digno de una época que, después de darlo a luz, lo abandonó en el umbral de la posteridad.
Curiosidad, s. Reprensible cualidad de la mente femenina. El deseo de saber si una mujer es, o no, víctima de esa maldición, es una de las pasiones más activas e insaciables del alma masculina.
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