Nuestras miradas brindan con cáliz de oro,
se beben cual vino en un enjambre de uvas,
nos consumimos la sangre de nuestras constelaciones,
reduciendo el abismo que nos separa.
Nuestras miradas se extraen el corazón para apagar la lluvia
y en las copas de oro los devoran,
relámpagos de las campanas estallan,
nuestras miradas se suicidan, lanzándose al espacio,
el tiempo se hace línea de electrocardiograma,
se asesinan, se esfuman en un cometa que ilumina todos los hoyos de la tierra.
Nuestras miradas son mariposas que se alimentan del fuego,
que gritan todos los silencios mientras el vino de tu copa cae sobre la mía.
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