Se escuchan entre la gente los relatos de mujeres secuestradas, de hombre que salen de casa y no vuelven más, desaparecidos. Algunos/as llegaban a centros de detención, donde su cuerpo era sometido a un proceso de anulación que por fortuna no llegaba a su espíritu, finalmente perecían bajo el manto de una escueta luz salpicada de sangre. Hombres y mujeres cuyos cuerpos fueron arrojados al agua, en un intento de que el río lavara las culpas de las manos asesinas, que se tragara la certeza de seres que serían buscados, extrañados, llorados. Las cifras realmente no importan cuando a cada madre, padre, hermana/o, abuela/o,novia/o, amiga/o se le llena la mente de su “desaparecido”, cuando el recuerdo se convierte en su habitación; para ellas/os el dolor no se cuantifica, su amor no pertenece a los números.
Quizá en la superficie lisa, oscura, el olvido impasible se vislumbra como una posibilidad, sin embargo, el río está ahí, para recordar que en sus entrañas no existe tal, que cada jornada será bañada de memoria. El río será el refugio de algún/a escritor viajero/a, la opción de vida de pescadores, el recurso mnemotécnico de un ser que extraña, que piensa, que busca, que recuerda a un amor desaparecido.
A llenar las botas con fango, a mojarme de pies a cabeza, a temblar de frío, a llorar bajo la lluvia tu ausencia mientras cantaba en susurros las letras de un andaluz (tu regalo de una noche de desvelo); a eso llegué, a conocer el Río de La Plata. Ese día olvidé lo que lleva dentro, olvidé las voces que en su interior siguen luchando por ser recordadas, sonidos que aún inspiran luchas y que claman por otros mundos…Yo sólo me empeñé en desear que caminaras a mi lado para contemplar al bello testigo de la muerte, la hermosura de ese ataúd natural…Aún me pregunto si tal acción no constituye un acto egoísta, tal vez solo fue un acto de apropiación. Por algo Conti dedicó tanto tiempo y letras a esa isla, te regala el hechizo de sentirte parte de ella, de ser ahí, entre pescadores, flores y agua.
Ahí, donde antaño pretendían que habitará el olvido, en esas aguas fui a recordarte…
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