−¡Director, director!, ya está el cóligo, digo, el código, el lenguaje para poder hablar con las plantas. Está grabado en la computadora central, y hay un diálogo entre todas ellas, aunque no estén en la misma habitación, y yo hablé con ellas y me contestaron.
−¿Ya tiene el alfabeto?, bióloga Romero.
−No exactamente, ellas tienen una especie de comunicación telepática molecular, pero, no exactamente alfabética, que pudimos captar por los sensores, medir e interpretar.
−Dígame algo que no sepa, bióloga Romero, eso ya existe, ¿ya tiene el alfabeto?, ¿dónde está el ingeniero Arredondo?, ¿cómo es que se dio hoy esto?, si llevamos meses sin avances significativos.
−El ingeniero Arredondo salió un momento, me dijo que no tardaba, que ya había sacado las últimas lecturas de los sensores de todas las salas, la de temperatura, humead, olor, vibración, radiación, color, textura, estrés, menos de la sala de comunicación con el creador, la que se implementó hace dos días, como él es ateo, no le dio importancia… ¡Ups!, creo que ya hablé de más.
−A mí no me interesan las creencias de nadie, esto es ciencia, y como tal lo estamos manejando, y no me gusta que abandonen su puesto de trabajo sin que me informen, ¡entendido!
−Sí, es que estoy muy nerviosa y emocionada. Venga para que vea.
En la sala donde están una computadora al frente y 8 más alrededor, y algunos instrumentos de laboratorio, se encuentran la bióloga Romero y el Director Gómez
−Veo estos aumentos significativos en todas las salas, ¿cómo fue que sucedió esto? Bióloga Romero.
−Mire director, a las 5:50 cuando apareció el sol, le puse a las plantas cantos de alabanza y de agradecimiento a su creador… cantos científicos, digo, cantos religiosos: ¡Alabad a Dios desde la tierra. Montañas y todas las colinas, árbol frutal y cedros todos, fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que vuela… para el estudio científico, y, ¡reaccionaron! Aquí están las lecturas de esa hora, se intensificó su color, su olor se hizo más fuerte, crecieron los tallos y las hojas unas décimas de milímetro, la temperatura se volvió más cálida, poco, pero registrable, absorbieron más humedad; mire la lectura, y empezaron a vibrar; en todas las salas hubo cambios significativos, digo, medibles. Entonces, yo apague la música y empecé a alabar al creador y ellas respondían. Luego, les pregunté si estaban bien, si había algo que pudiera hacer por ellas para que estuvieran mejor, si algo les molestaba; y cuál sería mi sorpresa que los sensores marcaron aumentos en sus niveles y unidos en la computadora central se tradujo en sí, no, no respondieron. Mire director, las lecturas. Bajaron los niveles de todo y era un no, o aumentaban y era un sí, o no había cambios y era una ausencia de respuesta.
−Todavía no cante victoria, bióloga Romero, su estudio no es concluyente, necesitamos el código, pues, lo realmente significativo sería, si ellas nos pudieran hacer preguntan a nosotros, y si entendieran la respuesta.
−Director, ¿por qué cree que estoy tan emocionada! Los que deberíamos saber telepatía molecular y tener sensores para comunicarnos con ellas somos nosotros. Ellas siempre se están comunicando con nosotros, pero somos nosotros los que no las captamos, y están muy enojadas con los seres humanos, por eso ya no se comunican, eso me dijeron.
−¿Qué!, está usted loca, drogada o lo soñó.
−Nada de eso, no iba a decir ni una palabra, pero, se lo voy a demostrar. ¡Plantas!, ¿le pueden decir al director lo que a mí me dijeron?, por favor.
−Y, ¡ahora qué?, ¿nos ponemos a cantar como usted?, bióloga Romero, le advierto que yo no me sé ningún cantito de esos.
−Mire los sensores de todas las salas, vea como se están moviendo, ahora mire la computadora, lo va traduciendo en nuestro idioma. Lea, están apareciendo las letras, lo que usted quería. “No nos molesten, no queremos que entren a nuestro mundo, así estamos bien. Ustedes hagan su función y nosotros la nuestra. Se están acabando el planeta; muchas de nosotras ya no existen, otras están en peligro de extinción, ¿por qué nos quieren acabar?, primero quiten tanta contaminación y luego colaboraremos con ustedes. Esta es la única vez que hablamos con ustedes. No queremos que estudien nuestro lenguaje. Volveremos a nuestro silencio. Y esto será a nivel mundial, hasta que empiecen a cuidar nuestro común planeta. Solo nos seguiremos comunicando con nuestro creador, pero, con ustedes no. Bióloga Romero, Puede borrar esta comunicación, por favor. Gracias”.
−Sí claro.
−¡No! Bióloga Romero, es una orden. Si esto es cierto, si usted no se está burlando de mí, es un gran avance para la humanidad. Nuestro instituto de investigación será reconocido a nivel mundial, nuestro país estará en boca de toda la comunidad científica, yo ganaré muchos premios… a nombre de todos los que trabajamos aquí.
−¿No leyó lo que nos pidieron? Yo lo voy a hacer.
Empiezan a forcejear, la bióloga Romero logra desconectar la computadora, sigue la lucha, mientras, todas las plantas se empiezan a secar, sigue la lucha, se golpean con lo que encuentran, matraces, instrumentos de laboratorio, libros, etc. Hasta que quedan inconscientes los dos. Al poco rato, llega el ingeniero Arredondo, abre la puerta y descubre dos cuerpos sin vida en charcos de sangre, y todas las plantas secas, las computadoras aventadas. Llama a la policía. “Hubo un incidente en el Instituto de Investigación de la Inteligencia Vegetal, tal vez fue un acto de vandalismo, o de envidia. Pero envidia de qué, si no hemos tenido resultados, creo que mejor deberíamos cambiarle el nombre a clonación de plantas. Eso es más productivo.
Fin
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