−¿A qué vienes, ahora sí te acuerdas que tienes hijos! O acaso, ¿ya te abandonó el hombre, como tú nos abandonaste a nosotros?
−Espera hija…
−¡No me llames así!, mi padre, ha sido padre y madre, tú no eres nadie para mí y mis hermanitos, por si ya se te olvidó.
−Sólo quiero que me escuches, a eso vengo, no me juzgues antes de escucharme. No juzguéis y no seréis juzgados. Tú ya tienes 15 años y quiero decirte cómo me siento, y por qué me fui.
−No me importa. Vete. Mi papá ya tiene una novia y se van a casar, todos la queremos y estamos de acuerdo; se va a ir unos meses, pero van a regresar; no le vengas a echar a perder estos momentos. Fue muy duro cuando te fuiste, él bebió, perdió el trabajo, estuvo en depresión, se culpaba a cada rato, diciendo: qué hice mal, por qué me abandonó. A nosotros, la gente, nos veía con compasión y morbosidad, éramos como espectáculo de circo corriente y barato, pero, gratis; después de hartarse, se alejaban como si los fuéramos a contagiar. Después de la muerte de Rafa, mi papá pidió ayuda, reaccionó, y se dedicó a nosotros y a su trabajo. Luego, conoció a Shanik y se van a casar. De esto te perdiste los últimos 7 años. Cuando Rafaelito murió, no pudimos hacer nada, no teníamos dinero y mi papá estaba borracho cuando lo atropellaron, yo no supe qué hacer, tenía 12 años, nadie me ayudó; antes que llegara la ambulancia murió en mis brazos, él solo decía: dónde está mamá, me duele mucho, ven mamá, te necesito, si me muero voy a ir a verte al cielo. Como era el más chiquito, le dijimos que habías muerto y que estabas en el cielo; ya estas al corriente, vete, nos estorbas.
−Me siento como sandía podrida, babosa, enlamada y escurriendo, dejando su olor por donde pasa, por eso me alejo de las personas. No puedo verme al espejo, no puedo, mi propia imagen me reprocha, me siento como si estuviera siendo juzgada por millares y millares de yo mismas, dándome sentencia de culpable, pero sin sentencia. La Anhelo para empezarla a purgar y no me la dan, y eso me desespera. Vengo a ti, para que me des la condena qué merezco. Solo una pregunta, si se hubiera ido tu papá, en vez de mí, y regresara, ¿lo habrías perdonado?
−No lo sé, nunca lo había pensado. Pero, no se fue. A ti te odio, te odian mis hermanos, te odia mi papá, te odia toda la gente. Nadie en esta familia te lo perdonaremos. Ni se te ocurra pedir una oportunidad porque no te la daremos. Y sí, si mi papá se hubiera ido y regresara, sí lo perdonaríamos. ¿Alguna otra pregunta?
−No. Solo que hoy es 8 de marzo.
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