Al apagar las 7 velas de mi pastel, pedí un deseo que me fue concedido. Ahora ya no lo necesito, pero no sé cómo desactivarlo.
Pedí ver el momento exacto en que una persona cambia de alegre, que todo le sorprende; a amargada, que nada le sorprende, y de nada se ríe. Para que a mí no pasara, pero me pasó, y lo peor fue que no me di cuenta.
Mi deseo se cumplió cuando al abrir uno de los regalos de mi fiesta, encontré una lupa cuadrada y sin vidrio, un poco manchada pero con ella veía lo que pedí. Aunque, descubrí que no era un momento exacto, sino muchos.
Veía como a los problemas y desamor les salen unas como cuchillas filosas que giran muy rápido y que entre más te acerques a ellos, más te van hiriendo la piel y te la van desgarrando, eso duele y ya no tienes ganas de reír. Pero lo peor es, que hay unas cuchillas más finas que te llegan al corazón, esas duelen más y por eso andas siempre enojado, y se te van las ganas de sorprenderte.
Qué, ¡nadie ha leído? El corazón alegre mejora la salud, el espíritu abatido seca los huesos.
Estudié Ingeniería Mecánica, para poder desactivar las cuchillas, que solo yo veía, pero la única materia que reprobé fue Mecánica Giratoria, y ya no lo pude hacer.
Entonces, decidí que en mi próximo cumpleaños, cuando apague las 30 velas, voy a pedir algo mejor, y luego estudiaré otra carrera… porque no me gusta ser amargado.
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