De lunas de sangre y calcetines

−Mamá,  ¿a dónde se van los calcetines que ya no regresan al cajón, después que los lavan?

−No lo sé, estoy ocupada, pregúntale a tu papá –el niño va brincando con su papá.

−Nunca me lo había cuestionado, plantéalo a tu maestra –el chamaquito despierta muy temprano al otro día, para ir a la escuela.

−Esa pregunta no desarrolla ninguna competencia. Si quieres, dile a tu compañero.

−No sé, búscalo en Answers Yahoo.

 

Cuarenta y tantos años después, en una conferencia.

−Hace muchos años, cuando tendría como seis, hice una pegunta que me llevó a estudiar y estudiar, ahora con varios doctorados a cuestas, puedo saber si la Tétratada del 2014 y 2015 tuvo algo que ver con la luna toda como sangre descrita en el sexto sello del Apocalipsis; sé lo que realmente se pelea en esta tercera y media guerra mundial; cuánto tiempo le queda de vida a la tierra por el descongelamiento de los polos.

Pero, lo que nadie me ha respondido, es por qué el número de calcetines impares aumenta 2%  en países del primer mundo, y 5% en los del tercer mundo cada año. Por qué no usamos el recurso de los calcetines impares para cubrir la demanda del 18.3% de la población en extrema pobreza. Y, si en verdad hay un complot internacional para que los productores de calcetines coticen más alto en la Bolsa de Valores, o es solo un argumento de la novela del actual Premio Nobel de Literatura. Lo que sí les digo es, que en mi casa, siguen llegando calcetines impares a mi cajón, y no se a dónde van los desaparecidos.

Fin

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