El amor ha herido al árbol, sangra la rama y da la uva.
El amor me ha herido en el recuerdo, sangra el labio y me da un beso.
El deseo te recuerda con aceleración de rosas naciendo,
el corazón con escudo porque con la corriente de tu sanguínea llegada
inundas la mano virginal, atraviesas la rocosa piel como una ola
y me dejas el vientre indefenso bajo el nacimiento de las estrellas.
Me recorres como al tiempo, me trasciendes como al alma,
quedan mis restos frente al sinfín del cielo,
mis huesos van al corredor de tu sombra.
El labio hiere a la uva, sangra la semilla de ojo
y surge el vino que me mantiene despierta en la memoria de nuestro río.
La voz te nombra, el recuerdo ebrio se sacude en la cadenas.
Amor te ama tanto, te recorre como al tiempo.
Y el deseo…
El deseo no se esconde, no huye, no se apaga en el río,
ni deja que la ola lo desalme,
hiere al vientre, sangra al sexo, uvas heridas mueren y resucitan en el pensamiento que te evoca.
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