La ausencia como las hojas de un roble caído cubren mi techo,
traen a cuestas los testamentos del otoño, pergamino de murmullos,
pasos de ramas que han aprendido a pasear a los árboles a través de los bosques
La ausencia se hace nido en la pared para el nacimiento de un pájaro mudo,
viene con la lluvia apretada a la cintura, con el barniz del lodo rebosando de cristales en la uñas.
Se hace un copo de humo en mi ventana, una maceta con tu olor que acurruca a mis dedos
como lo sabe hacer mi propia luna, y después se alista para morir con la primera flecha del sol.
Viene con una rosa de espinas en los labios para seducir a las lágrimas,
con un velo en el rostro que escurre las gotas de tu cabello
y siembra en mi cama un jardín de aguijones,
se multiplica durante los recorridos de la noche a cada hora
Al amanecer miles de ausencias me observan saborear una taza de sangre caliente.
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