Crono

luces azul rojo

CINCO…

-Todos atrás- dijo el médico en jefe.

El desfibrilador ya no se sentía tan potente aunque María alcanzó a ver que la enfermera giraba a tope la perilla. Creyó sentir una sacudida. Aunque le dio la impresión de un clima sumamente tenso, con médicos y enfermeras yendo de un lado a otro, gritos, luces y sonidos varios ella sentía una paz que no podía explicar.

CUATRO…

Un frío helado le recorrió el cuerpo aunque los temblores habían cesado. Se sintió con una ligereza tal que el menor movimiento a su alrededor bien podía hacerla volar. Giró a su derecha y  vio a sus padres a su lado, envueltos por un extraño resplandor. Quiso decirles cuanto los amaba y cuan bien se sentía al acompañarla en este momento difícil. María no había sido la mejor hija, o eso es lo que siempre pensó, sin embargo fue hasta la muerte de ellos, en un accidente del que se habló por mucho tiempo, que suplicaba por una oportunidad para hacerles saber cuanto los amó, de la necesidad que tenía de llenar su soledad. Cuantas veces deseó detener el tiempo o retrocederlo. El remordimiento que cargaba le dolía terriblemente y ahora estaban juntos los tres, sin reclamos ni prisas. El frenesí del personal médico se evidenciaba más. Mil sonidos llenaban la sala de operaciones. Unas cortinas negras se estaban cerrando.

TRES…

María recorría una inmensa pradera, llena de flores, tomada de ambas manos por sus progenitores. Conforme avanzaba iban apareciendo  miembros de su familia y amigos muy queridos. Todos ellos habían desaparecido de su vida en un momento temprano y ahora podía disfrutar de su presencia. A lo lejos se escuchaban murmullos familiares. Las cortinas se abrían y entre ellas una potente luz la cegó por un momento.

DOS…

Una inmensa jeringa pasó frente a sus ojos. El frenesí en el lugar aumentaba más. María hubiera preferido levantarse y salir caminando de ahí pero no sentía reacción alguna de su cuerpo pero no le importaba. Ahora un imponente macizo de árboles se extendía frente a ella.

UNO…

Los gritos y extraños sonidos volvieron a aparecer una vez más solo para desaparecer de inmediato ante un gigantesco coro que entonaba una vieja melodía conocida por ella. La ligereza que había sentido ahora la hizo volar en pos de esas voces aunque una fuerza ajena la detuvo bruscamente al tiempo que todo se oscurecía. Inmediatamente destelló una luz y María continuó su vuelo…

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