Contemplación III Estatuas

Las manos de la noche te acurrucan como

un ser amorfo y  ante el desvelo de mi mirada

vas tomando  forma de  estatua,

para   ser eterno en mi débil contemplación,

el insomnio golpea a mis ojos ,

los tira hacia  tus pies

que como una escalera se abren

hacia la encumbrada morada de tu rostro

donde el silencio de la eternidad observa

mi vano intento de llegar a ti,

a mis ojos les salen pies, manos y lengua

que suben por tu cuerpo, me hubieran gustado alas

para posarlas en tu frente y estremecerte en un vuelo lejano.

 

Pobres de mis ojos que se fatigan en la larga espera

de pisar tu mirada, oasis que se entreabre

ofreciendo el elixir de la vida,

ellos se detiene, se aferran a tu pecho de mármol.

se sujetan a las fisuras perpetuadas   en el ir y venir de los días

y ahí se quedan sostenidos y hechos piedra en el suspiro de la

noche.

 

Me quedo ciega al contemplarte,

como una estatua que observa a otra,

que bajo sus frías piedras esconde  a la voz  del fuego

y en lo hondo de las brasas a las cenizas del fénix,

fantasma que nos enlaza , nos resucita,  nos libera

de la demolición de los sueños.

 

 

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