Recostada sobre tu cama soy una segunda guitarra para ti,
desnuda, con las cuerdas de par en par como una cortina , como una ventana,
te enseño la canción oculta de mi alma.
¿Por cuánto no he buscado esa canción entre noches y días?
soy yo en otro tiempo e idioma
¿Por cuánto no he deseado que en tus labios se deslice mi música,
y mi nombre en tus manos,
presa de la hondura de tu aliento y de la libertad de tus dedos?
Llena de notas, de sonidos, sepultura de la silenciosa oquedad de mi cuerpo
tan llena de armonías que se apresan en el recuerdo de un corazón que no está.
sé que el roce tus manos puede liberar a esos cantos aves
que en cautela ven la vida tras las cuerdas de mi piel.
Te aguardo con recuerdos que emudecen de cantares
de un principio y un final que se gestan sin interprete
golpeando sus olas en las raíces de este cuerpo mío de acero y de madera.
Toca mi desnudez , transita al paso de tus palmas lo que he callado,
has de mi silencio temeroso una ceiba de canciones.
Entra a esta boca que tengo en el vientre
plena y vacía de melodías que nacen de un núcleo invisible,
toma todos los sonidos, llanto que se aferra a las cuerdas y a las
frases de mi sentir,
habla en música de las cosas que no me reconozco
y ordena el verdadero nombre de mi alma en un pentagrama que puedan leer los pájaros.
Hecha de algún árbol escondo en mi inmovilidad el coro de la tierra,
su cantar de erupciones y terremotos, su cantar de fuegos
que callan esperando el prodigio de tus manos.
Sube por las escalas de mi cuerpo, sendero al silencio
que estremece en la ejecución a los espríritus de las cuerdas,
y que todo lo callado,
el clamor del cielo y del infierno,
el miedo y su eco,
mi dolor encubierto por el cascabel de la risa,
la danza de las memorias, y el grito del corazón al descubrirse vivo,
¡que todo estalle o brote de esa semilla sepultada, silenciosa que protege las raíces de mi música !
quiero recontrarme en la melodía que exploras tocando mi cuerpo,
con las cuerdas de par en par, desnudo como cortinas de una ventana de futuro,
cuerpo mío de madera, tan deshecho por la humedad de la lluvia,
tócalo , antes que su sonido esordesca al débil repicar de mis melodías ocultas.
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