Y en eso, llego una luz
que me partio a la mitad
como el hacha a la astillas
y el trueno a la calma.
Todo se congelo de repetente,
hasta el sol que brilla
se camuflo con el mar
y desaparecio de la vista.
La luna que estaba redonda
de pronto quedo menguante,
el cielo se ilumino,
mi barrio se hizo luz,
y mi cuerpo temblo
como tiembla la tierra.
Fue iun mandato divino,
un ucase sin discusion,
un amor sin tiempo que perder,
una mujer para volver a creer.