En el punto de encuentro
a la espera de tu llegada,
mis manos buscan acariciarte,
descubrirte, fundirse
en la verdad de tu existencia.
Te he sentido, en la piel de mi mujer,
Te he visto en sus pupilas, en las mías que ahora te ven
en las alas de un colibrí volando, y te saboreo
en la savia del árbol del que se alimenta.
Mi contemplación más pura te seduce,
y vienes a mi,
en vislumbres que estremecen,
más apenas doy cuenta, desapareces.
Materia inasible, hazme soñar que estoy despierto.
Fuente de la que manan mis años,
convérgelos en este instante,
y calma mi angustia de decir, de ser.
Fiebre peligrosa,
descúbrete en mi piel,
consume mis labios,
perla mi frente con el reflejo del firmamento
Relámpago silencioso,
pon en mis ojos el resplandor,
de lo que se refleja así mismo
derrumba mis murallas.
La firma de los astros la llevamos en las manos,
y yo que soy solo un hombre, pongo las mías a tu servicio,
por ellas corre la misma sangre que corre por todas las cosas,
así que apodérate de ellas, hazme a un lado, úsalas, te están esperando.
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