No tenía el talento para escribir, y se lo arranque a la vida. Transité por ella en las páginas de ese don, y la vencí. Ella extendió su manto, y yo tomé lo que quise.
Pero, llegaste tú, precisamente tú; y no te rendiste a mí, a mi talento, a mi dinero, ni a mis homenajes o premios. Yo en cambio, sí me rendí a ti, a la obsesión de tenerte, de que te enamoraras de mí… pero, reconocí que no había vencido del todo a la vida cuando me escribiste que te casarían con otro. Y, me sentí asfixiado “porque es fuerte el amor como la muerte, implacable como el seol la pasión.”
Por eso, te mando esta botella llena de las letras que arranqué una por una de tu carta con el filo de las aristas de mi corazón, cuando se heló al recibir tu deseo y que se estrelló cuando me pediste que no te volviera a ver, o a mencionar. Con cada una de esas letras te hice el poema de amor más exquisito, incólume, y descarado que podrás leer; y después lo vertí en ese frasco, y a un lado el papel de la carta ya sin una sola letra.
¡De que me sirvió haber nacido sin talento, sin dinero, sin fama!, y luego con todas las horas de extenuante trabajo haberle arrancado a la vida lo que quise, ¡si lo que realmente me importa, eres tú! Tu amor no te lo pude arrancar aunque te haya hecho el poema más exquisito, incólume, y descarado que podrás leer… con tus propias letras.
Impactos: 4