−Qué rápido se pasa el tiempo, ya va ser julio. Y tú, Pascual, ¿a dónde te vas a ir de viaje estos meses?, antes de la Navidad –dice Homero comiéndose sus pulpos al caviar.
−Ya no tengo a dónde ir, ya conozco todo el mundo –dice Pascual frunciendo el ceño y comiéndose su langosta.
−Entonces, qué vas hacer; tus negocios van de maravilla, ¿no?, o, ¿vas a emprender alguno y no nos quieres decir? –le dice Tulio sin dejar de mirar su mojarra al mojo de ajo.
−No, ya no, ya me cansé de emprender y tener éxito en los negocios. Pero, ustedes, también, están igual que yo.
−No tanto, todavía no te llegamos, ni en obras altruistas, ni en colección de coches, ni en horas de viaje, en fin, en nada de lo que tienes y haces –comenta Lucas, pelando sus camarones gigantes.
−Voy a ganar en natación en la competencia del club, voy a jugar tenis en Wimbledon, voy a hacer una serie de pinturas para exponerlas en la mejor galería de Nueva York, y voy a escribir un libro de una novela, que no sea mi autobiografía describiendo cómo lograr éxito en los negocios, y que sea un best seller… de aquí a diciembre. Ya he probado de todo y solo esto me llama la atención –dice Pascual tomándose su vino.
−¡Estás loco! –dicen a coro los 3 amigos que están en la mesa con Pascual.
−No estoy loco, voy a contratar al entrenador de Michael Phelps, al entrenador de Novak Djokovik, a cuatro pintores excelentes, y a dos escritores de la revista Página en Blanco para que me enseñen. Por lo que les voy a pagar, no van a poder negarse. Para eso es el dinero, o, ¿no?
−Pues buena suerte con esos proyectos. Nos vemos en diciembre para que nos cuentes cómo te fue.
En diciembre se reúnen los 4 amigos en el mismo restaurante.
−¡Felicidades Pascual, lograste lo que te propusiste! –le dice Lucas levantando su copa de vino.
−Sí, gané en natación, jugué en Wimbledon, expuse en Gagosian Gallery, y escribí una novela que es un best seller –dice Pascual, sacando el celular, buscando fotos, y continúa−. Ahora, tengo un problema, no sé cómo voy a pasar el tiempo el próximo año. Tal vez decida inventar algo nuevo en tecnología; viva un tiempo en una estación espacial, y busque que me incluyan en los registrados para el Premio Nobel de la Paz, y con suerte hasta lo gane.
−Pues contrata a doctores de MIT que te lo hagan; paga para que te permitan ir estación espacial; y vuelve a pagar una suma considerable de dinero para alguna causa noble que esté en posibilidades de ganar ese premio. Así como, pagaste para jugar en Wimbledon; que tus maestros pintaran tus cuadros; tus escritores escribieran tu libro, y que tus compañeros del club te dejaran ganar en natación; total, “para eso es el dinero.”
−No seas envidioso Homero –le dice Lucas tocándole en el hombro.
−“No hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido que no haya de salir a la luz.” −Le dice Tulio esbozando una sonrisa y levantando su copa.
−Yo, prefiero seguir trabajando por mis logros –interrumpe Homero y mirando fijamente a Pascual le dice−: Ojalá no se te ocurra ser el Príncipe Sigfrido en el Lago de los Cisnes del Ballet Bolshoi; ni ganar el Maratón de Boston; o, recuperar a tu esposa; porque no se me ocurre cómo lo lograrías…
−Bueno, mejor ya ordenemos –dice Lucas con tono imperativo.
−Gracias por tus sugerencias Homero, pero, tengo otras en mente. Ahora, voy a ordenar mi salmón gourmet. Buen provecho.
Fin
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