Tres, dos, uno… cero,
se fundió la Página en Blanco,
o la cibernética parca se la llevó,
y con todos sus lectores arremetió.
Uno que otro se escapó,
husmeó, entonces, la calaca astuta,
hackeó sus cuentas y los descubrió,
y, no hubo poder humano que lo evitó.
Un grupo de lectores hackers se agazapó,
le enviaron un virus a la flaca, que no detectó.
Le paralizaron sus falanges y su intención,
y Página en Blanco continuó.
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