Comes soles, caminante; tu rostro los digiere.
La sonrisa de la luna entra al golfo de tu pecho;
lo vacías en la copa que se vuelca en torno mío.
Me atrapó en el sur ayer el brazo largo de esta aurora.
Esta enorme amanecida sorprendió mi frente infante en esta ruta…
Podría yo pedirte más, si esta boca llegara a tus oídos:
quitarte la corteza de la fruta de mis versos sin tocarlos con los dedos,
que se caen como un insensato de una torre de babel.
©George Reyes, del Poemario “Ese otro exilio, esa otra patria” (2015)
Impactos: 2