He escarbado la arena escondida en las rocas de mi pecho,
sin anestesia para encontrar
lo que solía evocar, corazón.
Búsqueda interminable entre las olas muertas, a través
de los escombros y las cenizas del mar
que me invitan al convite interior
pero no me muestran el agua,
semilla de sangre que florecía en mis huesos.
Búsqueda sin pausas en el ojo abierto de la arena negra
que juega a ser barro aún humedo
en el recoveco oculto entre mis pechos de coral
¿para encontrar qué?
…
Barro que moldeo edificando laberintos
hacía eso que solía conocer y no conozco más.
¿corazón?
¿Caminos sembrados de paredes
que me ocultan la imagen buscada por siglos?
¿ La imagen, el rostro de la nada expidiendo
tímidas palabras que apenas si escucho
en la triste compañía de mi misma?
¿Senderos de flores que crecen entre las espinas del silencio,
de pájaros mudos que me escoltan al reflejo de la nada
en el espejo roto que sostienen los ángeles?
La nada con máscara de cristales rotos
hiere a mis palmas en la búsqueda
¿Para encontrar qué?
¿Al corazón abierto como una concha y adentro la perla hecha de ecos?
Y qué es la perla sino piedra
que brilla en el mar como una estrella echa de los residuos del universo
y echada después a la tempestad
u ojo asustado en la noche
que brilla con más fuerza para aniquilar su miedo
Búsqueda y hallazgo eternos
Del corazón cerrado como una concha asustada
que esconde adentro su alma,
la perla,
Y qué es la perla sino piedra echa de ecos.
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