“El hacha del leñador pidió su mango al árbol y el árbol se lo dio”
Rabindranath Tagore
Un rayo de sol se quiebra ante el azote del viento
y la tierra llora, un hijo se le va, sus miembros quedan abiertos
y no importa si era pequeño o grande ese gorrión que se le fue de las manos
a la madre le duele la partida como si le hubieran arrancado una parte de sus pechos.
¿A dónde van las aves, los animales e insectos que en él vivían?
¿en dónde se esconden o huyen del
beso de la noche que viene al rescate de su orfandad,
ante el destierro del emporio de madera
Las raíces de ese árbol quedan en su húmeda cama,
como un eco de tristeza y de apego a los amantes y niños
que cobijó entre sus brazos.
Un hoyo en el pavimento o en los bosques nos queda como una
mancha en las cortinas del tiempo y sabemos que hemos perdido
algo que no llegamos a conocer nunca.
Las hojas se vuelven errantes en ese olvido del hogar,
el rió canta loco en la tarea de cargar los cuerpos de esos
que fueron amigos de sus secretos y risas,
y con sus campanas van guiando a las procesiones del bosque
hasta el cementerio del mar .
Cuando un árbol muere la lluvia en ira arranca y azota sus
vestiduras de lodo sobre el silencio del hombre,
las raíces quedan como un puñado de arena entre los dedos del
césped , el aire se percibe más desierto y de las flores expulsadas
de su imperio solo es posible rescatar lágrimas de rocío
que se desprenden sin aroma.
Los frutos se mueren antes de nacer llevándose consigo
las semillas muy adentro, como un tesoro que nunca disfrutamos.
¿Y a donde se va ese espíritu, aquel que habitaba la casita de
madera? Lo vemos abandonar nuestro jardín pero nos volvemos el
siervo herido del silencio.
Quizás se vaya al cielo como una estrella
a echar sus raíces en los campos celestes
o ta vez el universo venga con su barca de infinitos remos
a llevarse su alma, cual cofre de música en el que se inquieta
adentro el pájaro de la vida.
Cuando muere un árbol, siento, no se , creo yo,
que mi alma respira más lento, la eternidad pierde un suspiro, le
sale una cana a la tierra y entonces Dios comienza a sentirse muy
solo en el reino del hombre.
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