El ojo de la noche soy al arrullarte desnudo en la pupila,
el espejo que abraza tu silueta, el ojo de agua de la lágrima
guardada en tu mirada que observa como se derrite tu boca de cirio al fuego del deseo.
El fuego llameante de Hades soy, el que libera sus fantasmas en tu piel al descubierto,
y como el cuerpo roto de Venus, de piedras recreo calles y espacios en tus fantasías ocultas.
Como el torso de Minerva te aprisiono entre un corazón de mármol y los pechos que descubren
la hirviente y pétrea leche de sus poros.
Como el pezón de roca soy de todos los pechos sagrados y marmóreos que alimentan tu sed de cometas,
como la columna de sangre que levanta tus miembros, los labios gigantes de un ángel
hambriento por la luz de tus órgasmos.
Y también soy la noche en mi locura, con los filosos huesos de las estrellas muerdo tu boca, tus dedos.
Con legión de lunas descubro las máscaras de tu sexo.
Como el ojo de la ventana soy al arrullarte desnudo en la pupila,
como el marco luminoso del infinito para inmortalizar tu reflejo a plena luz del día en los recuerdos.
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