En estos momentos me siento como niña soñolienta cuando le hacen cosquillas para alegrarla, y lo único que quiere es dormir.
Quisiera tomar un Whisky seco, dulce, barato en las rocas, sin alcohol que me hiciera olvidar para siempre este error. Pero, que no se le acabara su efecto nunca.
Por más que hackeo en las redes sociales más cursis, imágenes con o sin musiquita, con paisaje o sin él, que me justifiquen, no encuentro nada que me alivie.
Estoy tan de malas, que me gustaría irme a la punta del Monte Everest, solita, hasta que se me pasara, lástima que si voy me hacen bajar 8 kilos de basura… y ahorita no estoy para esas exigencias.
Me siento ahogada, en una bandeja de bazar despostillada, con tantos auto reproches. Y ya no sé qué más me enoja, si las despostilladuras o los reproches.
Me gustaría desahogarme con cada lector de Página en Blanco que se me presentara, pero, como no tienen tiempo, ni lo sugiero.
Le doy vueltas a mi fantasmal error hasta que me mareo, y solo logro vomitar y vomitar.
Antes de dormir, me digo: “El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra” y dejo que las cosquillas hagan su efecto en mi piel.
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