A ésto has venido, Cristo.
Logrado el objetivo puesto
Cum Laude alcanzado presto
y tu Padre pagado al ciento.
Saldadas mis deudas todas
acepta mis gracias puestas.
Es solo tomar tu obsequio
y andar por mi albedrio vivo.
Pero, salta el orgullo mío,
es ahora el enemigo frío.
Más fácil mover montañas
a doblar mis rodillas yertas.
Quisiera sacrificarme siempre,
dejarme quemar viva alegre,
crucificarme contigo presta,
y tu Espíritu al fin me venza.
¡Imposible tales portentos!
Sí pequeños con gran amor,
vencimientos propios en sudor,
y diálogos contentos con Dios.
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