Adentro crece un rayo con pétalos que relampaguean al cielo en constante súplica
y caen a mi corazón abriendo su tierra.
Adentro cañaverales y la danza del machete que luce su filo y sus luces en la fiesta de la noche,
cañas huecas donde el viento vierte sus injurias y el canto fúnebre del olvido en el que muere.
Más adentro campos de árboles mutilados en plena juventud cuando más amaban el canto de las aves,
porque también los árboles envejencen y dejan de oir el sermón de los pájaros.
Troncos mostrando sus rostros empapados hasta las grietas por la lluvia que le muestran al cielo un desafío.
Más, más adentro, kilometros de tierra negra y vacía por donde mi alma se pasea sola para sembrar sus sueños
y encuentra sólo la piel podrida y los huesos de los frutos que nunca probó.
En lo más profundo el relámpago se enraiza sobre el tapíz de las estrellas y se borda cual el árbol de los frutos prohibidos,
que hondo el ser que ni los pájaros sedientos de mi mente pueden llegar con sus alas al corazón de su galaxia,
pero mis ojos van y ven más allá de los límites del fuego cuando deciden voltear sus pasos por el mundo
para mirar adentro,
en las esculturas de arena que resisten y contemplan la muerte del mar en sus olas.
Y es que adentro el mar aúlla en su soledad a la piel de la luna,
deseoso de manchar de sangre sus aros de blancura
y ella escurridiza lo envuelve en las trampas de su falda.
Más allá de lo profundo la tormenta se revuelca con el sol en el lecho de las nubes.
Los ángeles que pudieron asistirme se quedaron mudos y sordos rezando el rosario de mis peticiones
y estalla mi alma y resplandece en mutismo.
Adentro, tan hondo que ya ni mis ojos volteados pueden ver,
queda la sombra de la luz, el eco de sus pasos que se van por alguna alcantarilla del universo,
mi alma también se desvanece al doblar una esquina que conduce a un cementerio abandonado.
Ahí crecen alrededor de huesos las flores del amor con sus coronas de flores de nombres marchitos
que aún pretenden liberar sus aromas.
Sale por mi boca una palabra descuartizada y se que viene de adentro donde todo calla
y apenas si puede respirar entre sus venas de sonidos, entre su escuadrón de fantasmas
que mantras de guerra traen oculto tu nombre.
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