Solté el último amarre, y deshice la capa entérica de mi visión que me daban los lentes intraoculares puestos ahí por cualquier gesto manipulativo, entusiasta, y de marca famosa.
Ahora miro los hechos sin explicación ajena, sin tinte de pensamiento ideológico, y sin una soda en la mano.
Me he vuelto rebelde por definición a toda tortura infiltrada, a todo juicio a priori escrito con marca de agua, y a todo espectacular rítmico puesto en los camiones en que viajo.
Di vuelta en U al camino de mi rebeldía, aunque me venían siguiendo, no me alcanzaron. Observé a muchos como yo, cuando iba por esa vía. ¡Qué, nadie les ha dicho que hay otro sentido? “Quien guarda los mandatos se guarda a sí mismo, quien desprecia sus caminos morirá.”
¿Por qué odiar a un Dios tan bueno!, ¡Por qué ser atea por nacimiento?, ¡Por qué optar por muerte en lugar de vida..? ¡Eso lo decido yo!
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