Guarde todas las lágrimas que use en mi propia novela amorosa. Como ésta no era escrita, no la pude borrar.
¡Tú fuiste el amor de mi vida y no te pude retener!
Tardé ‘un buen’ de tiempo, pero todas mis lágrimas las pude deshidratar; las marqué por fecha y dolor, luego las envié a un planeta estelar.
Espero que allá las logren rehidratar para poder llenar un vasto mar y que, algún día, el planeta se pueda habitar.
He oído decir: “Quien hiere el ojo hace correr lágrimas, quien hiere el corazón descubre el sentimiento.” Tú me heriste el sentimiento cuando partiste y mis lágrimas no han dejado de salir una tras otra.
Nunca pensé que al encontrarte, te pudiera soltar; pero con tu enfermedad terminal no pude pensar en ganar.
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