“Dostoyevski, el único que me ha enseñado algo de psicología… Su descubrimiento ha sido para mí más importante aún que el de Stendhal”. F. Nietzsche
La literatura de Dostoyesvki es cautivante. Acabo de leer La Patrona, una noveleta de ciento cincuenta páginas, escrita en 1847 (si, hace 257 años) que a mi parecer tiene el poder de marcar profundamente a todo aquel que la lea. Bueno, al menos así fue conmigo. A través de una prosa intensa Dostoyevski toca temas trascendentales cómo la soledad, el miedo a vivir, el amor y la libertad en una historia que se mueve entre el delirio y la realidad, entre la ilusión y la desesperanza, entre el amor y la violencia mental.
Me fascina la profundidad con la que Dostoyesvki le imprime al protagonista, Ordinov un joven solitario, pobre y sin padres un buen par de aspectos y conflictos psicológicos con los que puedo identificarme:
“…Pero nunca, ni tampoco ahora, obedeció su tendencia a la soledad a ningún plan ni sistema; lejos de eso, lo que a la soledad lo impulsaba era el entusiasmo por la idea, el ímpetu, la fiebre del artista.”
Ordinov quien vivía en soledad en un cuarto de alquiler, se ve obligado a salir a la calle a buscar nuevo alojamiento y este simple hecho, su mudanza, le hace perder las casillas:
“Un pensamiento nuevo arrebatóle la tranquilidad: Se le ocurrió de pronto que ya se había pasado solo toda su vida, que no había un solo hombre que le tuviera afecto y que tampoco él había tenido ocasión de tomarle cariño a nadie. Algunos transeúntes, con los que intentaba trabar conversación con cualquier pretexto, lo miraban asombrados y de un modo muy particular. Le parecía que lo tomaban por un loco o, por lo menos por un excéntrico, lo que después de todo, era.
En su vagabundear y abandonado a la melancolía llegó hasta una iglesia donde …
De pronto llegó a sus oídos sordos un rumor de pasos que se iban aproximando acompasadamente desde la puerta. Se incorporó y volvió la cabeza, pero no bien hubo visto a las dos personas que entraban se apoderó de él una curiosidad inexplicable. Eran un hombre de edad y una mujer joven.
La mujer joven a la que se refiere es Katerina, de unos veinte años y una belleza transtrornadora de la cual se enamora Ordinov al punto de la locura por querer saber todo de ella y del viejo que la acompañaba quien ejerce un poder misterioso sobre ella.
-No vayas más a verlo! ¿Porqué vas? – dijo Ordinov sin percatarse bien lo que decía.
-¿Porque vengo a verte a ti? Si me lo preguntaras no sabría qué decirte. Pero él está siempre diciéndome: “reza, reza, reza”. A veces, en la oscuridad de la noche, estoy yo reza que te reza durante horas enteras. A ratos me rinde el sueño; pero el miedo vuelve a despertarme siempre, a cada momento, entonces me parece cual si entorno mío se formara una vaga tormenta, como si algo malo me amargara, cual si los malignos me infligiesen en un suplicio mortal sin que yo pudiese buscar la ayuda de nadie ni nadie pudiese salvarme del terrible…
Es evidente la maestría y el cuidado con el que Dostoyesvki construye una estructura que logra impactar al lector con pasajes inhóspitos, intensos y arrebatadores cargados de delicioso existencialismo, cómo este en el que Murin (el nombre del viejo que controla a Katerina) habla sobre la libre voluntad, un pensamiento digno de analizar en estos tiempos modernos:
Pero oye bien, señor lo que te digo: El hombre débil de condición no puede estar solo. Dale cuando quieras y todo te lo devolverá espontáneamente. Si le regalas medio planeta y le dices: !Tómalo y reina en el!, ¿Que crees que hará? Pues esconderse de puro asustado. Pues otro tanto le ocurre con la libre voluntad. No tienes más que infundirle a ese hombre débil de carácter y al punto verás como él mismo busca el modo de atarse y te la devuelve. A los corazones apocados no les sirve de nada la libertad. No saben qué hacer con ella. Sólo te digo una cosa: !Eres muy joven todavía! Pero bien mirado que me importas tu a mi ? Que vengas, que te vayas… Tu u otro en el fondo igual. Desde el primer momento ya sabía yo lo que habría de suceder. Oponerse no habría servido de nada. No se debe contradecir nunca si quiere uno ser feliz.
A través de Dostoyesvski uno se permite comprender mejor las emociones de los demás y adentrarse en los abismos de la mente y las emociones humanas. Estoy emocionado por que todavía me falta por leer lo mejor de Dostoyevski, su etapa madura, después de haber pasado cuatro años a trabajo forzados en Siberia.
¿Y que tal tu? ¿Que obras de él me recomiendas?
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