180 grados

¿Creen que la vida puede dar una vuelta de 180°? Yo sí.

Los primeros años de mi vida fueron los más difíciles. Huérfano de padre, sobreviví gracias al amor de mi madre y su gran esfuerzo para proveerme de lo indispensable. Fui mimado por los adultos a mi alrededor, pero también me enseñaron que la vida es muy difícil, que solo los más fuertes sobrevivimos en el medio hostil en que nací.

Entrando a mis años mozos, las enormes carencias y la muerte de mi madre me obligaron a emigrar. Así, conocí al “Negro”, ex líder de la banda del vecindario, y único sobreviviente a una matanza colectiva por parte de sus enemigos. Me aceptó de inmediato y a partir de ese momento me llamó hijo. Con él aprendí las artes de supervivencia y de pelea callejera hasta que llegó el momento en que ningún miembro de otra banda invadía nuestro territorio. Gracias a mi carisma me gané la simpatía de los vecinos, y en varias ocasiones recibí su ayuda. Fui muy afortunado con el sexo opuesto, debido a esto, tuve varios hijos no reconocidos. Mi amor por la libertad siempre fue más grande.

Ser líder de una banda no es fácil, peleas constantemente por controlar el territorio, y vives con temor de ser apresado o atacado en cualquier momento.

Todo esto acabó cuando llegó Pili a mi vida, poco a poco me gané su confianza y cariño. Nuestro amistad creció con el paso de los años, hasta que finalmente vivimos juntos, mejor dicho, ella me permitió vivir en su casa. Así es como mi vida dio una vuelta de 180 grados.

Ahora no tengo que preocuparme por comida o un techo donde dormir. Pili es muy buena conmigo, me quiere y cuida de mí. Confieso que a veces me gustaría volver a ser libre, conservo esa rebeldía que siempre me distinguió en mi papel de líder, pero me detengo y  recapacito: no cambiaría por nada del mundo la vida que tengo ahora, el cariño de Pili, sus cuidados, la comida caliente y la seguridad de nuestro hogar.

Se abre la puerta, es Pili que regresa del trabajo. La saludo cariñosamente y vuelvo al sofá. Me llamará en cuanto sea hora de nuestro paseo nocturno…

…Ya es hora, estoy listo, y aunque ahora usa un collar y una correa para pasear en la calle, ¡me siento el más afortunado del planeta!

 

perrito durmiendo

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