Para explicar los largos silencios por las tardes
es tiempo suficiente para fumar un cigarro
en este cuarto de cinco esquinas
mientras mis oídos recuerdan
como tarareabas en ese bar
y ese ruido del tren
que sordo no entendía
el mal momento en que quiso hablar
y no me dejo escucharte.
Di media vuelta y me fui
me perdí no sabiendo
que aún antes
ya estaba perdida.
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