Las dos hermanas

¡Ana y Luz, las famosas gemelas de la zona residencial! Así serán recordadas las muchachas iguales de la alta sociedad de aquellos tiempos. Ambas vestían iguales, iban a la misma escuela y se codeaban con los mismos amigos. Por su gran simpatía eran muy populares en su entorno además de ostentar una belleza inigualable de encantadores ojos azules y rizos brillantes. Las dos amaban a sus famosos padres y prometían al igual que ellos un futuro esplendoroso. Su origen familiar  era de la alta alcurnia, así que no estaba en su vocabulario la palabra escasez. La familia de película era querida por todos en la ciudad pues se dedicaban desde hacía décadas a ayudar a los desamparados y el padre de familia albergaba en su fábrica  a todo aquel que estuviese dispuesto a trabajar. Había un equilibrio, él sabía administrar y comandar el dinero y sus obreros por muy buenos salarios hacían funcionar la gran industria del café, un producto noble que por aquel entonces volvía decente la vida de cualquier persona. Pero aunque todo era aparentemente perfecto en la vida de la familia Q, detrás de esa paz se gestaba un destrucción inminente.

Una tarde en la que  las gemelas llegaron temprano de la escuela se percataron de que la puerta de la mansión estaba abierta de par par, eso era algo extraño pues a pesar de que la familia no tenía nada que temer siempre por viejas costumbres se  conservaba la seguridad de la casa. La servidumbre se encargaba de esas cuestiones y fue muy raro que las muchachas entraran sin que nadie saliera a su encuentro. En la casa reinaba un gran silencio, algunas ventanas, sobre todo las de la sala de estar permanecían abiertas siendo ligeramente azotadas por el viento de aquel día. Las niñas avanzaron cuando de pronto una alarido desgarrador hizo que despavoridamente se escondieran debajo de una de las mesas de la sala. El ruido provenía de la parte de arriba en la que comenzaron a escucharse pasos de alguien que demostraba gran nerviosismo, repentinamente el sonido de un disparo provocó  eco en toda la residencia hasta que se extinguió dejando nuevamente el vacío del silencio.

Las niñas estaban mudas del terror mas esperaron con la esperanza de que todo fuera un mal entendido cuando inmediatamente comprendieron que alguien bajaba las escaleras, ambas se acurrucaron detrás del manto que lucía la mesa. La ventaja con la que contaban era que quizá esa persona no sabía que estaban ahí, pero ocurrió algo que no estaba previsto, Luz en su nerviosismo golpeó una de las patas de la mesa provocando que un plato que estaba en el borde cayera generando un gran estruendo, era un plato hondo y enorme que quizá alguna de las sirvientas había dejado ahí cuando fue sorprendida por aquel hombre del que sólo podía percibir  sus zapatos.

Enseguida el extraño comprendió que no estaba solo y comenzó a acercarse a la mesa. En ese momento ambas chicas salieron corriendo como una bala hacia la puerta principal dejando atrás varios disparos que lograron esquivar. Pero cuando llegaron al umbral ocurrió otra sorpresa. Luz empujó fuertemente a Ana, salió de la casa y cerró la puerta con llave, después corrió hacia la calle principal, así estuvo corriendo por un rato hasta ver que estaba lo suficientemente lejos de la casa como para declararse a salvo de la muerte y de aquella sombra que la agobiaba, su idéntica.   

La noche de aquel día fue inolvidable para toda la población cercana cuando se enteraron que el señor Q y casi toda su familia había perecido en manos de Héctor, un supuesto amante de la señora Q. Héctor había sido sirviente de la familia Q por muchos años por lo que conocía cada movimiento de la casa además de cada lugar dentro de la misma. Conocía las costumbres de  la familia, había  sido casi  un padre para las gemelas de 13 años. Nadie jamás pudo imaginarse que aquel hombre de 36 pudiera obsesionarse tanto con su patrona hasta el punto que después de recibir su rechazo  y despido decidiera eliminarla a ella y a todo lo que le pertenecía de este mundo. Nadie de la servidumbre sobrevivió, todos fueron brutalmente apuñalados, pero la que posiblemente sufrió más fue la señora Q, la cual hallaron con la cabeza casi desprendida del tronco. El señor Q y su madre que estaba de visita en la casa murieron a causa de un balazo en la cabeza con un tiro extremadamente preciso que le daba a entender a la policía que el asesino no pretendía hacerlos sufrir mucho. La señora Q mostraba secuelas de haber sido torturada antes de su atroz muerte.  Ninguna de las dos gemelas fue hallada en la escena del crimen, por lo que las autoridades sospecharon que Héctor les tenía verdadero aprecio a aquellas niñas o que simplemente habían logrado escapar de su implacable odio.

Una de ellas fue hallada rápidamente, Luz, después de correr por varias horas llegó a la casa de una de las hermanas de su padre, la tía Karmela, una solterona de 55 años, amante de los animales y dueña al igual que su difunto hermano de una gran fortuna. Ella se hizo cargo de la educación de Luz y de proveerle un hogar amoroso después de su pérdida, aunque claro, la muchacha heredó la gran fortuna de su padres, tanto dinero que no le alcanzaría el tiempo para gastarlo, aún así abrió varios centros de rehabilitación para alcohólicos con parte de su fortuna y la otra la invirtió en propiedades, negocios, viajes y estudio. Nada parecía faltarle e incluso contaba con el amor exclusivamente para ella de tía Karmela  hasta que conoció a Clemente, un joven francés con el que contrajo matrimonio a los 25 años. Muchas veces la joven se preocupaba pensando que podría toparse con Ana, pues como nunca la habían hallado era evidente que podía estar viva o talvez Héctor había desaparecido su cadáver por alguna extraña razón. Lo cierto es que aunque se preocupaba Luz parecía ser muy felíz con sus millones.

 

Por otro lado Ana nunca volvió aparecer ante los ojos de la sociedad, pues aunque sobrevivió, ese mundo al igual que su hermana la habían expulsado para siempre de sus entrañas.

Aquella tarde cuando la vida de las gemelas cambió y aparentemente Ana estaba condenada a morir ocurrió lo impensable. La niña no podía creer que el extraño que acababa de arrebatarle su vida  era Héctor, su amigo de juegos, el hombre que le había enseñado tantas maneras divertirse y  tantos trucos, su casi confidente Héctor. El hombre no esperaba que lo vieran así las niñas, las amaba como un padre a pesar de odiar tanto a quien las había llevado  en el vientre. Ana comenzó a llorar del miedo, estaba inconsolable y el hombre ensangrentado se enterneció tanto que decidió él mismo llamar a la policía, la obligó a irse y después se entregó a las autoridades.

Ana estuvo vagando por varios días en un camión de carga que la llevó muy lejos de su ciudad. Cuánto viajó es algo que nunca terminará de recordar. Sólo tiene grabado en su memoria cuando un grupo de viajeros la sacaron casi desahuciada del vehículo y la dejaron en el hospital  más cercano. En esa nueva ciudad a la que había llegado comenzó una nueva vida, cambió su nombre y apellidos declarándose huérfana y pasó varios años en un refugio hasta que cumplió la mayoría de edad. Estuvo un largo tiempo trabajando en una fábrica hasta que logró terminar sus estudios nocturnos de medicina y conoció a Rafael.

Rafael era un joven de bajos recursos procedente de una familia de obreros pero el amor que sentía por Ana era tan grande que compensaba cualquier carencia material dentro de la relación. Ana se sentía especial a su lado, como la mujer más bella, la más afortunada, su historia culminó con un matrimonio que hoy en día sigue intacto como si los años no hubieran pasado. Nunca más supo de su hermana gemela la cual en algún momento llegó a borrar por completo de su memoria. Ana actualmente es doctora en un orfanato, tiene siempre el dinero justo para vivir al mes más es indiscutiblemente una de las mujeres más felices del mundo.

Héctor estuvo 20 años en prisión, al final lo dejaron salir por buena conducta y porque consideraron que todo lo hizo bajo el efecto de un shock emocional.

El día que salió de la cárcel sólo tenía en mente una cosa, encontrar a Luz. No fue difícil encontrarla, pues una de las mujeres más ricas del país siempre está en primera plana. Fue complicado introducirse  en su vida pues tuvo que falsificar gracias a  algunos contactos su expediente hasta lograr que uno de los encargados del aseo doméstico de la mansión de la gemela le diera un puesto dentro de la casa. Habían pasado 20 años, ya nadie se acordaba de su famoso rostro asesino ni el vínculo que tenía con Luz, la tía Karmela todavía estaba viva, en una silla de ruedas y sufría de demencia, más fácil no pudo ser para aquel hombre despechado culminar su venganza.

Una noche cuando Luz regresaba del teatro, en especial de una función que había patrocinado para niños enfermos de cáncer, ya Héctor la esperaba dentro de su alcoba mientras acomodaba lo que sería su escena del crimen. Describir cómo terminó Luz es un reto para cualquier narrador, quizá el único que hubiera podido hacerlo con maestría es Edgar Allan Poe. Nadie podía reconocer el cadáver hecho pedazos. El esposo de la joven mujer logró salvarse aunque cuando entró al cuarto aún Héctor no terminaba su maniobra perfecta, el hombre sólo recibió algunos rasguños que después contaría en su cuarta novela “ Como salir ileso de las relaciones complicadas”

Cuando llegó la policía ya Héctor estaba muerto pues después de su gran espectáculo se disparó justo en la cabeza tras haber dejado un mensaje con sangre que decía: Esto es por la niña Ana.

Por varios meses los detectives buscaron a la tal Ana sin encontrar ninguna pista. Finalmente el caso de la reconocida Luz se cerró y toda su fortuna pasó a manos de su esposo psicólogo y terapeuta de parejas, además de  escritor en sus ratos libres.         

 

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