La historia de como me hice rica

 

                                                                                     I

 A Rubina siempre le encantó mirarse en el espejo, y siempre lo hacía  por 30 minutos antes de seguir con sus labores cotidianas e irse al trabajo. El  espejo era un mundo fantástico  para ella, la total posibilidad de pasar un rato a solas con ella misma, aunque realmente solo ocupara ese tiempo para mirarse y embellecerse. Constituía un verdadero deleite observarla en lo que se hacía encantadores peinados y se maquillaba como un reina para hechizar a todos los que pudiera.

Después de su habitual rutina  mi amiga partía hacia su trabajo de recepcionista y no volvía a mirarse al espejo hasta estar a punto de dormirse,   entonces siempre que no le  ganara el sueño acercaba a su rostro el espejo de mano para corroborar que existía y se dormía apaciblemente. Rubina tenía un novio, o un compañero de diversiones como ella solía llamarlo, porque el hombre aparecía de vez en cuando y casi siempre para invitarla a una fiesta, hasta dejarla completamente borracha en su cama sin poderse acordar si había salido con él de casa. En  el mejor de los casos el hombre aparecía para pedirle dinero, ella prefería esta segunda opción porque enseguida la dejaba tranquila sin sonsacarla a hacer lo indebido. A veces Rodrigo, era amable con ella como para recordarle que no debía dejarlo en un arranque de valentía, porque era sabido  por todos y por la misma Rubina, que ella no era hermosa y ni siquiera  muy bonita  como acostumbraba decirle  el mismo Rodrigo para amedrentarla. Sin embargo tenía su encanto natural, un carisma capaz de generar realidades casi imposibles. Su talento era sacarse el máximo provecho como mujer hasta el punto de haber logrado que más de unos 10 hombres se fijaran en ella volviéndose literalmente locos cuando los dejaba. Rodrigo mejor que nadie comprendía este don  de mi amiga y no quería ser uno más de la lista del manicomio amoroso pero tampoco se esforzaba por complacerla ni volverse su hombre ideal.

Aunque Rubina no se decidía a dejarlo, ya fuera por miedo, remordimiento o amor, estaba por aquellos día del gran sucedo un tanto reflexiva y esquiva a la idea de seguir con aquel tormento eléctrico que jalaba para cualquier lado menos para el suyo. Recuerdo que en más de una ocasión me confesó que estaba segura de que él la traicionaba con una mujer muy rica y tal vez muy hermosa, porque había hurgado en su escritorio hallando la foto de una modelo. Me acuerdo que le contesté que era muy probable que hubiera arrancado la foto de alguna revista para hombres, a lo que ella me afirmó que no era el caso, porque la foto estaba dedicada a él con palabras bastante comprometedoras.   

Lo que más le afligía a ella no era la traición, como me lo confesó, pues él era un patán y de un patán nada bueno se puede esperar, sino que aquella extraña de la foto representaba todo lo que a Rubina le gustaría ser, rica, popular y hermosa. A esas afirmaciones de ella le contesté que por qué no  intentaba ser modelo, que si no había triunfado en esa área  era por falta de  fe en ella misma. Le dije que no todas las modelos tenían que ser hermosas sino que con un cierto encanto podían lograr lo que se propusieran. Pero no era tan fácil, Rubina estaba llena de ideas que la atormentaban y le quebraban cualquier intento de ser diferente. Por lo que no le insistí más y decidí apoyarla si decidía dejar de una vez por todas al patan  Rodrigo.

Todo lo anterior es para que más o menos se den una idea de la protagonista de esta historia que pretendo contarles  y para que los acontecimientos que relataré no se les hagan tan asombrosos aunque  parescan realmente imposibles.

Una mañana de verano tocaron a primera hora mi puerta con tal ímpetu que no tuve ni tiempo de vestirme completamente antes de verificar quien era. Era Rubina con una cara de espanto que parecía haber visto al mismísimo diablo desnudo. Le abrí rápidamente muy segura de que algo fuera de lo común había ocurrido para que a aquella hora mi amiga estuviera frente a mí en vez de estar frente al espejo. Su rostro estaba pálido y sus ojos tan sobresaltados que ni siquiera la saludé, sólo fui por un vaso con agua esperando tranquilizarla.

Después de que se tranquilizó un poco comenzó a hablar entre tartamudeos que no explicaban muy bien lo ocurrido. De todo lo que me contó pude resumir que al ella estarse mirando en el espejo como todas las mañanas, había presenciado como su reflejo se salía del cristal y seguía haciendo sus deberes,  como vestirse, desayunar y salir de la casa, quien sabe a dónde, mientras Rubina  lo observaba muda de espanto.  

Me aclaró que su reflejo era totalmente idéntico a ella aunque un poco más radiante como si emanara cierta seguridad y confianza en la vida. Se había vestido con el mejor vestido y se había maquillado mejor que nunca como si se preparara para una gran ocasión. Nunca volteó a ver a Rubina ni le dirigió la palabra, mi amiga no parecía existir para aquella imagen perfecta de sí misma.

Al principio pensé que Rubina me mentía o que  había enloquecido totalmente. Aun así decidí esperar y fingir que le creía para no generar más caos cuando tocaron fuertemente la puerta. Imaginé que era Rodrigo que seguramente había peleado con ella dejándola así y quería hacer las pases, mas mi asombro  casi me tumba cuando al abrir la puerta vi a Rubina nuevamente frente al umbral, decidida a entrar y contarme algo.

La segunda Rubina estaba bastante arreglada y para nada demostraba miedo. Al contrario, me saludó muy alegremente y entró en mi casa con toda confianza sin percatarse de que la Rubina original  estaba frente a ella inundada por el terror. Yo no sabía qué hacer, estaba helada del impacto y lo peor de todo, no lograba comprender cuál de las dos era mi amiga. Decidí confiar en mi sexto sentido y elegí a la Rubina que había llegado primero como la original acercándome a ella dispuesta a ayudarla si había que eliminar a la Rubina falsa. Mi reacción hizo reír mucho a la Rubina número dos que me veía hablando sola hacia el sofá. Entonces comprendí que era necesario que fingiera normalidad y decidí brindarle agua como había hecho al principio, en lo que me daba tiempo reflexionar.

La Rubina falsa se sentó en el sofá justo al lado de su igual y comenzó a observarse en su espejo de mano. Se veía feliz y encantadora, me aceptó muy bien el agua y se la tomó mientras Rubina uno la observaba perpleja tras haberme hecho  una seña de que le siguiera el juego a ver a donde paraba toda aquella locura. Después de que se tomó toda el agua y analizó bien lo que me iba a decir la Rubina dos me relató sus espeluznantes planes.

Resulta que Rubina dos pretendía darles una lección de vida a Rodrigo y a todos aquellos que la habían humillado y  estaba dispuesta a convencerme  que yo fuera su cómplice en cada una de sus hazañas. Me trazó todo un plan estratégico que me dejó con la boca abierta y no me dio tiempo para decirle que no. Ese día sería una aventura inolvidable para ambas y tal vez para muchos más.

Como a las 9 de la mañana de aquel extraño día partimos hacia su trabajo mientras Rubina la verdadera iba con nosotras sin ser vista por su doble. Rubina dos manejaba y en el trayecto me dio a entender que ya llevaba meses averiguando cosas acerca del gerente del hotel donde por 10 años  había prestado servicios  sin poder ascender o aspirar a algo más. Ese hombre siempre le recordaba lo poquita cosa que era al revolcarse  en su oficina con todas las nuevas chicas que llegaban al personal y a las cuales consideraba bellas, obviamente Rubina no estaba dentro de sus estándares y tenía que soportar cada año como muchachitas que acababan de llegar subían a los mejores puestos y gozaban de beneficios impensables para ella. Pero ese día todo acabaría y de la mejor manera, pues después de todo Rubina llevaba 10 años perdidamente enamorada de aquel despótico jefe.

Rubina, la verdadera, no paraba de hacerme señas que me indicaban que estaba a punto de morir de un infarto mas no tenía la menor idea de cómo despertar de aquella pesadilla e impedir que su vida laboral quedara destruida, así que se resignó a seguirnos. Cuando llegamos al hotel fuimos a parquear el viejo coche de mi amiga y justo cuando estábamos bajando del coche me percaté que Rubina dos ya se había metamorfoseado en una hermosa mujer. Estaba radiante y aunque  era ella misma, tenía  un halo de misterio que la rodeaba y la hacía irresistible para cualquiera.

Llegamos al hotel e inmediatamente todos voltearon a verla y al reconocerla tan bella ni siquiera notaron que llegaba tarde. Ella muy segura saludó a todos y sin dar explicaciones se dirigió directamente a la oficina del jefe mientras me encargó un guión bien detallado y su celular para que  localizara a la mujer del hombre y la convenciera de que  su marido la traicionaba y que si quería comprobarlo sólo tenía de darse una vuelta por el hotel.

Rubina uno corrió tras Rubina dos y al parecer nadie se percataba de ella, como si mi amiga fuera la mujer invisible, sólo yo podía verla por alguna extraña razón que no he podido descubrir. Cuando Rubina dos llegó a la oficina del gerente lo encontró precisamente en entrevista con una nueva chica del personal, una muy atractiva y de 25 años que estaba más que dispuesta a conservar el  trabajo.

El reflejo de Rubina abrió la puerta del despacho como si fuera la mujer del jefe y estaba tan segura de su papel que incluso la muchachita no la reconoció y apresuradamente comenzó a abrocharse la blusa para irse. El gerente intentó retenerla pero le fue imposible y en menos de 3 minutos el ingenuo  hombre ya  estaba en privado frente a Rubina.

Al principio no la reconoció pensando que era alguna, que como todas buscaba una entrevista con él. Después de un instante de duda la reconoció y no pudo resistirse a concederle unos minutos al verla más bella. El vestido de Rubina era muy escotado pero al parecer al reflejo de mi amiga eso le parecía muy poco para efectuar sus planes, así que en un abrir y cerrar de ojos comenzó a desnudarse ante al jefe. El hombre se asombró, mas al ver el excitante cuerpo de Rubina sobre el sofá quedó presa del momento y de su supuesta empleada.  Lo que ocurrió después, es inolvidable, cuando me vine a percatar ya estaban los dos agazapados sobre el sofá de la oficina y parecían disfrutar muchísimo de aquella inesperada aventura. Yo miraba disimuladamente por una ranura  de la puerta, muy atenta porque sabía que pronto llegaría la mujer del jefe a la que por fortuna había logrado localizar, Rubina uno me acompañaba pero no quiso mirar, después de todo era el hombre que amaba y no pretendía verlo teniendo sexo ni con su propio reflejo.

La esposa del jefe  no podía creer lo que le había insinuado. Quería a su esposo y lo consideraba un marido ejemplar. De cierta manera yo apoyaba el plan de Rubina dos, ya que la desdichada mujer sabría de una vez por todas con qué clase de esposo lidiaba. La mujer llegó rápido porque por casualidad andaba de compras en una plaza muy cercana al hotel. Entró sin avisar ni dar explicaciones y en cuanto la vi acercarse, Rubina uno y yo nos alejamos de la puerta.

La mujer no tocó la puerta, ya estaba preparada, así que usó una llave especial y abrió, descubriendo en el acto a su marido y a su “amante”

Que terrible hecho, que escándalo, hasta un zapato salió disparado pegándole a Rubina uno en la cabeza, por suerte mi amiga verdadera no salió lastimada. La mujer gritaba imprecaciones mientras golpeaba al marido con la bolsa nueva que acababa de comprar, Rubina dos corría por toda la oficina buscando donde esconderse hasta que fue alcanzada por la ira de su contrincante. La mujer le pegaba fuerte en el rostro sin causar el efecto deseado porque Rubina dos reía y reía, feliz de que había cumplido con su cometido.

En poco tiempo ya estaba la policía afuera del hotel y todo el personal afuera de la oficina y adentro intentado separar a las dos mujeres que se revolcaban por el piso como dos Amazonas. Lograron separarlas después de mucho y llamar a una ambulancia porque el Jefe tenía la cabeza partida a causa de un fuerte golpe con un pisa papeles. Rubina dos no tenía daños graves, pero su enemiga si, le faltaba un pedazo de piel de las mejillas a causa de un mordida.

En medio del alboroto Rubina dos salió corriendo en lo que  Rubina uno  y yo  la seguíamos. Rubina la  original estaba prácticamente muda debido al shock, así que la jalé por el brazo para sacarla conmigo de aquella escena. Por fortuna nadie me vio y si me vieron al menos no pudieron identificarme, han de haber pensado que era una huésped más.

Ya en la calle vimos de lejos como la ambulancia se llevaba al jefe y la patrulla a la esposa, la mujer estaba irreconocible con el aquel cachete sangrando por todos lados, una visión espeluznante que difícilmente olvidaré. Rubina dos me aclaró que ni descansara, ese día sería largo, muy largo y apenas empezábamos.

Teníamos que lograr entrar al hotel de nuevo. Rubina dos sabía que el gerente tenía una caja fuerte en su despacho  y ella en algún momento mientras acomodaba sus cosas pudo ver cuál era la clave. Había sido una suerte del azar y esta vez estaba dispuesta no sólo a destruirle su matrimonio sino también su “fortuna” al amor de su vida y hacer valer aquel azar del destino. Como todos estaban conmovidos por lo ocurrido la mayoría del personal andaba disperso y los hospedados sumamente intrigados, muchos decidieron partir ese mismo día o cambiarse de hotel. Por esa razón nos fue fácil volver a entrar sin ser notadas y una vez en el despacho fue cuestión de minutos que tuviéramos en nuestro poder varios estuches con diamantes y unos cuantos millones que Rubina dos metió disimuladamente en su bolso de mano envolviéndolos en unos papeles insignificantes. Enseguida partimos cerrando muy bien la oficina y habiendo limpiado todo vestigio de huellas. Yo estaba sorprendida con aquel giro de mi mejor amiga, parecía una criminal experta que había planeado aquello con cautela y malicia.

Por varios meses Rubina la x había estado observando el comportamiento de la mujer del jefe, una mujer atractiva, al parecer muy segura de sí misma y del amor que le profesaban, pero también muy visceral y sensible a cualquier gesto o actitud de su marido, algo que mi amiga con el tiempo y los desamores había aprendido a controlar muy bien. Rubina tras encontrar el  talón de Aquiles  de la mujer sabía que con la más mínima  desilusión aquella víctima enloquecería  preparándole el terreno para su segunda maniobra, la cual también calculó con premeditación descubriendo en donde precisamente se hallaba la caja secreta con aquel dineral que acabábamos de meter en nuestros bolsillos.

Yo seguía dudosa, ¿quién era mi amiga y quién su copia falsa o todo era un plan de la misma Rubina para quedar inmune ante cualquier acusación? Rubina dos me ofreció una muy buena parte de la fortuna por lo que dejé las dudas para después y me apresuré a ayudarla en lo que Rubina uno nos seguía como si no tuviera voluntad propia.

Salimos tan rápido del hotel que nadie pudo imaginarse que ahí andábamos, después tomamos un taxi hasta la casa de Rodrigo, el próximo en la lista de planes de Rubina dos. El reflejo de mi amiga seguía impecable mientras mi verdadera amiga estaba pálida del susto y prefería no hablar, yo tampoco, ante tales acontecimientos era mejor guardar silencio y esperar. Llegamos a la casa de Rodrigo y este estaba con su amante, justo como había previsto la astuta Rubina dos. Nos colamos por la puerta trasera del patio para la que Rubina siempre había tenido una llave que Rodrigo le había dado hacía tiempo y muy sigilosamente nos fuimos metiendo en la casa hasta llegar a la puerta de su cuarto, donde se escuchaban quejidos de pasión.

Rubina dos no parecía sorprendida, como si supiera que justo a esa hora estarían juntos los dos en el  mero apogeo   de la traición , Rubina dos se veía feliz y ya había estudiado a su próxima víctima, una modelo joven,  pero que estaba rayando en los 30 y que pronto sería opacada por otras más jóvenes. Había conocido a Rodrigo en un evento de modelos al que él, el muy descarado había asistido con unas entradas gratis que un amigo le regaló. Era una joven de apasionados sentimientos, ardiente y buscaba en Rodrigo esa fuerza y juventud que su amante no le podía brindar. La huerfanita, cómo me dio a entender el reflejo siniestro estaba comprometida con un hombre muy rico, justo el dueño del hotel donde trabajaba Rubina y al que hacía una hora acabamos de robar. Estaba comprometida, más no casada, como toda clásica modelo tenía acceso a hombres de reputación, pero lograr casarlos es una tarea que pocas logran, aun así en su papel de amante ganaba mucho dinero y le había prometido al vejete que le sería fiel como amante hasta que  él pudiera librarse de su esposa. La copia de mi amiga  no aspiraba con ella más que darle un susto por haber querido quitarle a su marido teniendo ella la posibilidad de buscar más alto quien le pudiera dar  amor. Desde el punto de vista de mi amiga, aquella modelito debía pagar por su egoísmo aunque no tuviera millones ni diamantes que ofrecerle. Esta parte de la venganza era algo muy personal que aquel día se arreglaría de una vez por todas…

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