La Casita Voladora

En el fin del mundo hay un casita voladora con raíces en la luna.

En ella los dioses se aman, crean y destruyen el mundo.

El dios leva una flor que fecunda al arcoiris,

la diosa lleva una concha de donde nace la lluvia.

Se rozan con caricias los dioses y de sus pieles volcánicas nace el frio que gime junto al mar.

Se besan los alientos y bajo ellos hay fieras que esperan el diluvio.

Se tocan los árboles que cubren sus montañas y una fruta cae al mundo

dando amor en sus semillas.

De sus besos sale un rayo y del rayo sale un germen que abre heridas en la tierra

y fecunda sueños en los nuestros.

De sus ojos de agua brotan peces que se lazan al mar y del mar emigran a la tierra

para que les salgan manos y pies.

De sus gritos sale un canto que fabrica las palabras en la lengua de los hombres.

Del dios aflora el sol y de la diosa la luna y de cada orgasmo que los inunda

de la luna surge una estrella.

De sus conversaciones emerge un pétalo que resbala por la luz del mundo

y nace el viento que conecta la vida a las criaturas.

Y cuando duermen ellos sueñan que los animales se procrean,

canta el tigre, canta el lobo y el gallo despierta a las flores en quejidos de placer,

y el humano cobra aliento y escribe sus historias sobre las rocas de la humanidad.

Dos dioses se aman, se muerden sus pedazos de oro y plata y nos nacen las raíces

sobre este mundo de papel que juegan a crear.

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