Este es un mundo pequeñito

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EL MOZALBETE

 

Mientras los niños dormían, en la oficina de la guardería el ambiente se caldeaba cada vez más.

 

–        Señora, no insista. No se lo admitiré.

 

–        Estoy en mi derecho, ¿no? Me informé del reglamento.

 

–        Y yo me puedo reservar la admisión.

 

–        Tiene cupo, ¿no?

 

–        Si, pero no lo dejará aquí.

 

–        Mire que le puedo marcar al delegado y la puede pasar muy mal.

 

–        Hágalo y sepa que es mi compadre. Pero su hijo no entra aquí.

 

–        Lo puedo demandar por discriminación.

 

–        Eso es una difamación.

 

–        Por acoso.

 

–        Tendrá tanta suerte. No entrará.

 

–        ¿Quiere dinero acaso?

 

–        Tengo de sobra y no le estoy pidiendo. No entra y punto.

 

–        ¿Y si le dijera que es su hijo? ¿Me recuerdas acaso?

 

–        Desde que entraste Miriam, pero aquí no lo puedes dejar…

 

–        Dijiste que verías por nosotros…

 

–        Y lo haré, pero aquí no entra. ¡Por Dios! Las edades de los niños de guardería van de uno a cuatro años y tu retoñito ya tiene 26. ¿Me explico o no?

 

 

 

A LA ESTATURA DE TU VIDA

 

–        Querido ¿me puedes pasar el cereal que está en la repisa?

 

–        ¿Por qué no lo haces tu?

 

–        Porque está detrás de ti.

 

–        Toda la vida ha sido lo mismo contigo. Pides y pides sin consultarme ni ver si puedo.

 

–        Ya lo decía mi mamá, “ese hombre no te conviene”.

 

–        ¡No me menciones a esa vieja bruja! Y recuerda que tu eres igual que ella.

 

–        Y tu eres una copia de tus padres. ¡De los dos!

 

–        ¡Oye, no es momento de insultos y reproches! ¡Levántate y toma el maldito cereal de una buena vez!

 

–        Mamá bien decía que no estabas a mi nivel.

 

–        ¿Qué quieres que te diga? Sí, soy un hombre pequeño o enano, como me llama tu madre y si tu padre no hubiera colocado la repisa hasta allá bien podría hacerte el favor. ¡Ahora levántate, sírvete el cereal y déjame en paz!

 

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