El cuento del Flügge

Por Jorge G. Zarza Spíritu

Lluvia
Lluvia

 Soy una gota de flügge del aliento de vida con el que Dios sopló en la nariz de Adán el sexto día de la creación. Con todo el volumen del agua de los mares y océanos soy y estoy desde el principio de la historia, y estaré cuando la vida ya no exista en la tierra. Mi misión al unirme a agua, es llevar a la tierra mi pureza, mojar su campo y su suelo irregular y con amor, ayudar a fecundarla, pues es mí razón de ser: la vida.

            Un día el ciclo vital se repitió y mi deseo se concedió: volver a la tierra. Llegué un día de verano a esta tierra procedente del océano. Nadie salió a recibirme y muchos huyeron de mí. Sin embargo yo tenía muy claro mi camino y lo que debía hacer, así que me dispuse a llevar a cabo mi misión. Quería llenar todos los lagos, esteros y rios que en mi paso encontrara, con eficacia y sin discriminación alguna, pero de pronto me encontré en los techos de las casas y los pisos de una ciudad, los cuales, por supuesto limpié. Sin que yo comprendiera por qué, las personas de la ciudad, con desprecio y con escobas, de sus techos y sus pisos me lanzaban. De los pozos que en el subsuelo alimenté, me extrajeron para producir papel, acero y hasta electricidad, que fue de lo más digno en que me usaron, ya que también serví para propósitos menos nobles en los sanitarios de muchos lugares. Yo continuaba mi camino, sin comprender que pasaba, y por obscuros ductos me arrastraba, llevándome conmigo la basura y tantas cosas más que me contaminaban. Después de muchos años, saltos y caídas, regresé a mí punto de partida.  Nada de esto me esperaba, ya que por muchos años me preparé en un proceso muy especial de formación, refinación y concentración, para venir a darme generosamente y beneficiar a esta tierra que tan mal me ha tratado, pues llegando pura a ella, sin miramiento alguno, me ha degradado.

Ahora estoy de nueva cuenta en el océano, mi casa por excelencia, anónima, confundida y contaminada, preguntándome ¿qué hice mal? ¿Acaso no cumplí con mi deber? ¿Dónde quedó mi objetivo de ayudar a fecundar el campo, los bosques, de alimentar los esteros y los lagos? ¿Por qué siendo de un origen divino y de naturaleza pura, sucia, inservible y como veneno he regresado?

Algún día volveré a la tierra nuevamente pura. Espero que todo haya cambiado. Mientras tanto pensaré: que debo perdonar a quien no me ha valorado, y que lo mismo no me sucederá otra vez, pues la humanidad, por cultura y conciencia el valor del agua ya habrá aquilatado, y si no, tal vez la vida no haya continuado.

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