Clase de ballet

Mientras hago un rom de jambe, me concentro, no en mantener la cadera inmóvil, sino, en cincundar los hechos que en algún momento de la vida me hicieron sentir triste.

Giro por dentro de la barra, y me dispongo a realizar fondue, sintiendo, no la suavidad del movimiento con la fuerza en el abdomen, sino, con la fuerza del no pensar en lo que me hace tanto daño, pero con la suavidad de unas facciones melancólicas.

Empiezo hacer plies en segunda posición, para no despegar los talones de piso, ya que, no me gusta que se vea el sentimiento de culpa que traigo en ellos; tampoco hago relevé, apretando abdomen y glúteos para mantenerme ahí los 8 tiempos, con las manos en quinta posición… por la misma razón.

Battement tendú, lo hago con toda la fuerza que da el rozar el pie por el suelo, como lo entrena el querer decir mi profundo secreto y tener la fuerza para no hacerlo.

En el centro, un glisadde assemblé, pas de bourrée, me recuerda una combinación típica, como mi reacción de ese tipo ante cualquier amenza de ser invadida mi privacidad.

Mi sentimiento de culpa, lo deshago en pirouette, una tras otra, mientras fijo la vista en un punto.

Termino con grand jeté, sintiendo la libertad por dos segundos, al despegarme del piso con las piernas abiertas, como me gustaría pasar mi vida, sin aquello que me lastima.

Me quito mis zapatillas suaves, mi leotardo negro, mis mallas rosas, me pongo mi ropa de siempre, veo mi whats, y fijo la mirada en una imagen que dice: Porque de la tristeza sale la muerte, la tristeza del corazón enerva las fuerzas. En la adversidad permanece también la tristeza, una vida de miseria va contra el corazón. Tomo mi agua de chía y salgo sonriente, como siempre.

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